martes, 16 de enero de 2018

Estos son mis principios, si no te gustan...

El gran Paco Gandía, creo que ya falleció, empezaba sus chistes diciendo: lo que les voy a contar es un hecho verídico. Parafraseando a este humorista yo también hoy voy a contar hechos ciertos aunque a diferencia de los del humorista estos no tienen ninguna gracia.

En la cola de la pescadería.
—¡Loli, no te había visto! ¡Qué guapa estás!
—¡Anda Charo, ni yo a ti! ¡Tú también estás muy mona!
Así siguen dándose jabón unos minutos.
—Y a qué colegio va tu niña —pregunta la Charo.
—Al de monjas que hay junto a mi casa.
—De verdad, me cuesta creerte.
—Bueno no me hace gracia que vaya a ese colegio  pero es que me queda pegando.
—Pero si las monjas no son las que dan las clases, no pasa nada. Además tienes uno público muy cerca.
—Ya, pero tú ya sabes cómo son y las cosas que meten en la cabeza a los niños. Lo que pasa  que además el horario me viene muy bien.
En este tono despotricando de las monjitas, siguieron durante algún tiempo más, hasta que la dependienta requirió su atención, mientra se atisbaba algún gesto de guasa de algunos de los presentes.

En un pueblo, en una sucursal de una entidad bancaria estamos media docena de personas en la cola de caja, entra un señorín mayor, encorvado y un poco desaliñado.
—Por favor, tienen servicio —pregunta todo inquieto a una persona de la oficina.
—Sí, pero es para uso privado. Aquí usted no puede entrar —le responde esta, indicándole la salida.
El hombre con pasos trémulos se va de la entidad lo más de prisa que puede, se le intuye que está en apuros. Al poco termino mi gestión en caja y al salir a la calle le encuentro orinando en una esquina.

Decía Groucho Marx: estos son mis principios, si no te gustan, tengo otros. Demasiadas personas presumen de principios, pero a la hora de la verdad lo que mueve sus comportamientos es el egoísmo, como la mamá que criticaba a quien la estaba haciendo un favor, cuando la más "digna" de criticar es ella misma.

Imagen:  Mundiario.com
Bueno la que no sé si tiene muchos principios es la persona que puso a aquel infeliz de patitas en la calle, cuando lo que debía haber hecho era acompañarle hasta el baño. Ya sabemos que los bancos no están para ir a orinar pero... por favor hay ocasiones: un poco más de humanidad.

En cualquiera de los dos casos nadie de los presentes metió baza. En el primero allá la señora con sus contradicciones, ya lleva bastante castigo con ella. En el segundo sí que pienso que fuimos cobardes los presentes por no decir nada. Es más me pregunto, aún a riesgo de parecer un Quijote, qué hubiera ocurrido si alguno hubiéranos "amenazado", aunque fuera medio en broma, medio en serio; con cambiar a otro banco nuestra cuenta si no se atendía al anciano. No por perjuicio económico para el banco, no por los cuatro euros que no le suponen absolutamente nada, sí por el detalle de demostrar que antes que nada, antes que clientes, somos personas y no pueden hacer lo que les venga en gana. ¡Ah, tantas veces como estaríamos mejor callados, otras en cambio, cómo cambiarían las cosas, si supiéramos abrir a tiempo la boca!



2 comentarios:

  1. Ya sabes que en esta sociedad hace tiempo que se han perdido los valores y la solidaridad, no tienes más que empezar a mirar por los gobernantes y demás políticos que nos rodean, carecen de todo tipo de valores y escrúpulos.
    Pues si me hubiese gustado que hubieseis dicho algo en el caso del señor del banco. Sería digno de admirar la cara de estupefacción del personal empleado del banco !!! Con respecto a la señora del colegio ya sabes: las dichosas apariencias....
    Un saludo.
    ASBAGO.

    ResponderEliminar
  2. Gracias muchas por leerme y por criticarme si es menester. ¡Que haría si de las dos lectoras que tengo una me fallase!

    ResponderEliminar