Eran los primeros años de la democracia. En uno de esos concejos de pueblo donde se trataban los asuntos públicos del mismo, el alcalde pedáneo dijo de palabra groso modo las cuentas del año anteriormente transcurrido, dejó una carpeta encima de una mesa: el que quiera verlas ahí están concluyó. Se pasó a otro tema sin que nadie se acercara a ver la carpeta. Yo, que era el más joven que había en aquel concejo me acerqué y cogí la susodicha carpeta. Cuando comenzaba a mirarla un vecino me dijo por lo bajini ¡Pero qué haces, a quien se le ocurre te están todos mirando! Las cuentas las hacía el maestro del pueblo y estoy seguro que estaban bien además donde no hay, mal se puede coger. Yo lo hice por simple curiosidad, pero para los presentes aquello que debería de ser normal resultaba ser una gran osadía.

Mañana saldrán a decir que el gobierno lo hace mal, que achucha a los trabajadores etc. etc. Y seguramente en mucho tengan razón. Pero si Tojo y Méndez tuvieran sentido común, vergüenza, respeto por tanta gente que lo está pasando tan mal; empezarían por aclarar todos esos desmanes de los que se acusa a sus sindicatos y darían sus cuentas a todo quisqui.
Entiendo que aquellos años los vecinos de mi pueblo renunciaran a ver las cuentas, que, por otra parte poco tenían que ver; pero que a estas alturas tengamos que estar pidiendo a UGT Y CCOO que den las suyas es, sin lugar a dudas, para pensar cosas raras.