miércoles, 20 de mayo de 2015

Monjas

Antes al salir del trabajo caminando para mí casa me  cruzaba con dos monjas. Parecían muy simpáticas, siempre iban hablando y sonriendo entre ellas. Después de muchas veces observándolas, aquel día, no sé por qué se me ocurrió saludarlas: —Buenos días hermanas. —Les dije  intentando ser cordial. —Buenos días. —Me contestaron muy atentas. Seguí mi camino pero volví la mirada para verlas de nuevo, una de ellas me seguía mirando y sin más me espetó: sinvergüenza.  No solamente no me molestó sino que me hizo gracia. Fue tan forzado mi gesto que seguro que de mi cara  la monja dedujo que el tal saludo más que sincero era una farsa.
Estos días se está hablando mucho de las monjas  Lucía Caram y Teresa Forcades. Ambas salen mucho en los medios de comunicación. Lucia parece que ha recibido un toque por parte de la nunciatura, Teresa  de momento no ha sido apercibida, forma parte del Procés Constituent Catalán y dice que está dispuesta a hacer un paréntesis en su vida religiosa para dedicarse a la política encabezando una coalición independentista en las elecciones al Parlamento catalán.
Con eso del apercibimiento y demás la “hermana” Caram se ha puesto  como una avispa y dice que la intentan amordazar, que no la dejan hablar, que si el gobierno mete baza …  Lleva saliendo en el prime time de TV muchos sábados desde hace años, en la Cuatro TV parece una corresponsal en La Mañana, ha criticado todo lo que ha podido con palabras no precisamente las más adecuadas para una monja de contemplación, de clausura. Ahora se queja porque la han llamado al orden.
Estamos en un país libre y democrático y Lucia Caram,  como cualquier otra persona,  tiene todo el derecho a manifestar sus opiniones aunque debería darse cuenta de su situación especial. En España hay más de 30000 monjas, 950 conventos de clausura, por televisión como no sea para presentar dulces o productos que hacen ellas mismas,  no sale ninguna, y menos para hablar de política. Acaso todos esos miles de monjas anónimas son tontas,  son injustas, no tienen sentido del bien y del mal, no tienen coraje para dar la cara. Pues no: ni son tontas ni cobardes, tienen el coraje para comportarse como lo que son: monjas de clausura.
 Imagen Telecinco
Comprendo la pasión de Lucia por salir en los medios para denunciar, pero igual que ella critica, debe darse cuenta que si la dan tanta pantalla es precisamente por ser monja y tendría que comprender también a los que están en contra y la reprueban  por lo mismo. 
Ella misma se ha definido como una monja cojonera, pero más que de nadie creo que cojonera de sus compañeras. Mi admiración para las que cumpliendo con su cometido están en sus conventos haciendo lo que saben y deben hacer. En mi pueblo, aunque pequeñito, siempre ha habido “muchas” monjas y misioneras, yo me siento maravillado con ellas. Lo de que una me llamara sinvergüenza, seguramente con motivos, no pasa de ser una anécdota.


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