Al levantar la persiana de un
nuevo día esta mañana vi que estaba nublado, amanecía un día sin sol a la vista, han pasado pocas horas y el
astro ya se deja notar aunque las nubes de vez en cuando se interpongan en sus
rayos. No tiene por qué ser un día triste, un día malo porque aparezca nublado; puede
venir bien la lluvia, o que se vayan las
nubes, además siempre que ha llovido ha escampado. Los malos son los días que
no dejan adivinar claros, los callejones que no se atisba la salida.
Ayer estaba de visita en el
hospital, en la otra cama había una persona, relativamente joven, esperaba la muerte como desenlace de esa "cruel
enfermedad". El señor estaba muy
sedado aunque se le escapaba alguna
palabra, pero lo que me llamó la atención hasta emocionarme fue su mujer. Permanecía con sus manos agarradas a las
del enfermo, le hablaba aunque este
apenas atendiera, no eran palabras mojigatas ni rebuscadas, eran sencillas en un entorno de ternura, de amor y
entrega lo que de ellas se
desprendía, a veces mientras le
resbalaba una lágrima parecía querérsele escapar una "sonrisa".
Ya bajando de los hospitales me
encontré con una pareja mayor, el hombre ciego. La había visto muchas veces sin
darle mayor importancia pero esta vez, puede que por bajar sugestionado por lo
que había encontrado en hospitales me fijé en ellos: la mujer no le acompañaba
físicamente como un simple lazarillo, no: a
la vez que aseguraba la seguridad de sus
pasos sus miradas se volvían constantemente hacía la cara del hombre, mientras
en la suya se adivinaba un semblante de paz, entrega y amor.
El día parece que estaba para fijarme
en cosas extraordinarias: poco después me encontré a un señor muy mayor con otro, presumiblemente
su hijo, con síndrome de Down. También estos iban de la mano conversando sin
parar, aunque en esta ocasión no se sabía muy bien quien llevaba a quien. Lo que
sí se veía, otra vez, era un gran amor, una gran complicidad.
Son muchos los callejones que, a
veces, se presumen sin salida y que encuentran un norte con comprensión entrega
y amor, son muchas las personas que dentro de las dificultades saben explotar y
dar sentido a su vida. Por eso cuando en este
blog he escrito tanto de corrupción y malas formas, en esta ocasión está bien dejar patente que
también hay gente, mucha gente de bien, seres extraordinarios, que hacen que a
pesar de todo, sigamos adelante.
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