Lo que primero me sale al ponerme ante la página en blanco, es meterme con todos esos personajes, empezando por el Presidente del Gobierno, que se comportan de una manera incompetente, incongruente y egoísta y que tanto daño nos están haciendo a todos los españoles, pero el espíritu de la Navidad, también a tocado mi persona y seguro que es quien me está diciendo que pase de las malos modos de toda esa gente y mejor, me fije en tantas cosas buenas como el día a día nos ofrece.
Es bueno, de vez en cuando, parar el carro, aunque cueste viendo lo que esta sucediendo y dedicarse a mirar un poco hacía dentro, hacía lo importante. La vida de cada uno, al fin y al cabo; quien más, con mucha diferencia, la puede condicionar, es uno mismo, independientemente de todas las connotaciones que haya a nuestro alrededor. Todo depende, en gran parte, en saber apreciar, valorar; lo que de verdad merece la pena y encarrilar en base a ello nuestras prioridades y actitudes.
Le preguntaban a un anacoreta: —¿Cómo puedes vivir aquí, sin ver a nadie ni a nada. Este mostró un ventanuco que había en su choza y respondió: —por aquí puedo ver un pedacito de cielo, con eso me basta para ser feliz. No se trata de imitar al anacoreta, pero de verdad: ¿Cuantas cosas, trastos, instrumentos, tenemos a nuestro alrededor que en un momento dado juzgamos "necesarios" y que en realidad los único que nos hacen es ser más esclavos?
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