Hablando con un amigo pastor de esto del coronavirus que si había sido muy fuerte, una gran tragedia, con tantos miles de muertos, afectados, familiares... También me decía que no entendía todo el drama que se montaba con la economía, cómo podía ser que por no trabajar dos o tres meses se pudiera derivar tanta hecatombe, cuando los trabajos para la alimentación y la salud seguían funcionando.
Ya se sabe que la cosa es un poco más complicada, que las grandes fábricas y empresas cuesta mucho dinero volverlas a arrancar, que la economía está interconectada y en el momento que algo va mal repercute en todo lo demás. Sin embargo creo que mi buen amigo tiene bastante razón: gimoteamos demasiado.
Rockefeller dijo: siempre he tratado de convertir cada desastre en una oportunidad. Es importante ver el lado positivo de las cosas en los momentos difíciles. Si nos empeñamos en ver nada más el problema seguro que acabaremos convirtiendo ese problema en más grande. Sabemos que la mente a veces se vuelve rebelde y nos puede inducir al pesimismo, pero luchando con el afán de superación, el intentar hacer lo correcto en cada momento; se puede superar esa rebeldía y lograr que aflore el optimismo.
Cargamos por la vida con nuestro zurrón lleno de ilusiones pero también de problemas e inquietudes, con frecuencia, como pasa ahora, el entorno nos induce al pesimismo. Hay mucha gente que estando mucho peor que nosotros es mucho más feliz. Deberíamos aprender a valorar lo importante, a valorarnos a nosotros mismos porque no valemos lo que tenemos, valemos lo que hacemos. Lo que hacemos teniendo en cuenta nuestras circunstancias, teniendo presente lo que podemos hacer. Con demasiada frecuencia, cuando la enfermedad o la vejez aparecen de forma asfisiante, seguir caminando adelante es ya hacer "milagros"
Imagen: merca2.es |
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