sábado, 12 de febrero de 2022

Que vayan a la guerra Putin y Biden

La historia de la humanidad es, sobre todo, una continua sucesión de luchas, guerras entre clanes, castas, tribus, pueblos, naciones. Dicen que hemos adelantado mucho, que hemos progresado una barbaridad, pero ahí estamos dando el cante continuamente aunque ahora, por supuesto, con muchísima mayor capacidad de hacer daño y muerte. Los dirigentes de aquellas comunidades de hace siglos, milenios, que se enfrentaban; iban en cabeza a luchar contra sus presuntos enemigos. Hasta los reyes montados en sus corceles asumían in situ la dirección y ataque en la batalla. Alfonso VI de León fue herido  de una puñalada en la pierna, luchando contra los almorávides en la batalla de Sagrajas y su hijo, Sancho Alfónsez murió en la batalla de Uclés contra los mismos. Pedro I de Aragón murió en el sitio de Huesca de un flechazo. Alfonso II de Aragón murió en la batalla de Muret contra los franceses, defendiendo a sus súbditos albigenses. Fernando el  católico participo en numerosas batallas durante su reinado...

Las guerras siguen pero los mandatarios las dirigen cómodamente desde sus palacios y aposentos. En estos últimos días nos tienen a todos en vilo ante la proliferación de fuerzas militares en las fronteras con Ucrania. Primero de Rusia y enseguida después, las de la OTAN. Según los cronistas: un día vemos atisbos de arreglo pero al siguiente ocurre lo contrario, como sucede ahora mismo. Es que quita tus tropas de ahí, dice Biden. Ucrania no entrará en la OTAN, asegura Putin... Conversaciones al más alto nivel, que por el momento parece que, cuando menos, no han dado los frutos deseados. Y aquí seguimos, sin la más mínima garantía de que la guerra no se desate.

Igual que los reyes iban a la guerra y morían en ellas, debería ser obligatorio que los dirigentes actuales estuvieran en los frentes de batalla asumiendo los mismos riesgos que la tropa que mandan. Seguramente si así fuera: Biden, Putin y toda su cohorte de asociados pondrían mayor empeño en no llegar a las armas, en que ni existiera la posibilidad de ese gran mal. Ahora mismo ya, todas esas tropas que están movilizadas por muy adoctrinadas que estén no dejaran de tener sus nervios y temores y no digamos sus familias.

Foto: eldebate.com
Le da uno vueltas al coco y se pregunta: ¿Cómo puede ser que a estas alturas la condición humana siga siendo tan necia? ¿Pero, qué tenemos en la cabeza? ¿Nos estarán gastando una "broma"? ¡Qué pena! Condenados a vivir todos juntos en el planeta sin podernos entender para no estar continuamente en la confrontación y al final, muchas veces, en  la guerra. Pero no es en sí una condena vivir en la Tierra, podría ser un paraíso si supiéramos respetarnos querernos, porque la Madre Tierra nos lo da todo y tiene tantas y tantas cosas buenas... Confiemos en que esto acabe bien.



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