Roberto Carlos, magnifico cantautor con cientos de millones de discos vendidos y canciones que están entre las más escuchadas
de todos los tiempos, como Un millón de
amigos, Un gato en la oscuridad... en su
tema "Amantes a la antigua" se
explaya así: "Yo soy de esos amantes a la
antigua, que suelen todavía mandar flores, de aquellos que en el pecho aún
cobijan, recuerdos de románticos amores".
Hoy me ha venido al recuerdo mientras me
dedicaba a escribir tarjetas para
felicitar las navidades porque en los tiempos
que corren probablemente: yo soy de esos amigos a la antigua que suelen cada
año mandar postales.
Con los whatsapp, e-mail y demás adelantos que las nuevas
tecnologías nos han traído lo de enviar
mensajes por el correo ordinario de
siempre para la mayoría se ha convertido
en una antigualla, y por ello unos antiguos los que todavía lo seguimos usando. Es bueno el progreso, cómo voy a estar en contra de los
adelantos. Es fenomenal poder mandar mensajes en tiempo real, es muy bueno estar
siempre en contacto con las personas que te importan.
Respetando la opinión, seguramente de la mayoría, que puede que no piense igual, estimo de todas
formas que hay casos y momentos en que
la tarjeta de papel de siempre, mandada por el correo de toda la vida, puede y
debe seguir ahí como una opción más. No es igual un mensaje electrónico que la clásica postal. En la postal aparece la letra que con cariño ha
puesto el remitente, te la acerca el cartero te la trae calentita,
si eres de pueblo en muchas ocasiones te la dará a la mano, la puedes mirar,
tocar. La pones en un lugar preeminente
para que todo mundo la pueda ver. La postal de papel exige más tiempo para elaborarla
y mandarla, más tiempo que dedicas a la persona que va destinada. El
envoltorio del correo electrónico es frío e impersonal con unas letras de
molde, aunque bien es cierto que el mensaje es lo que más cuenta pero… no es lo
mismo.
Servidor antes solía mandar postales a todos lo que me
correspondían enviándome las suyas, ahora sin embargo, envío muchas más, también
a algunos que sé que la suya no me llegará, pero me da lo mismo porque estos últimos,
que suelen ser los menos "preparados" y más humildes; precisamente
sé que son de los que con más ilusión reciben mi felicitación.
Así que tampoco me importa que me puedan llamar retrógrado, en
casos especiales como lo es la Navidad seguiré mandando postales, postales de papel, de cartero, de tocar, porque yo soy de esas personas a la antigua
que suelen cada año mandar muchas postales.
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