lunes, 1 de junio de 2015

La pela, es la pela

Pedro y Luis en la barra del  bar: —Luis no te entiendo, te pasas el día echando pestes de tu suegra  pero no se te  escapa  un fin de semana sin venir a verla. — Porque es verdad Pedro,  es una auténtica bruja, mucho peor que un dolor de muelas;  pero no sabes lo bien que cocina.  Ayer con motivo de la final de la Copa del Rey otra sonora pitada en el Camp Nou  contra el himno nacional, el rey Felipe VI aguantando el chaparrón y a su lado el Presidente de Cataluña Artur Más con cara entre sonrisa y esperpento.
Durante el abucheo al himno. Imagen Periodista Digital

El día después los comentarios de siempre: unos apoyando dicho comportamiento, otros,  una mayoría que nos abochorna que se puede  ridiculizar de esa forma un símbolo de los españoles, y al final los de siempre, como siempre repicando  y en la procesión, en la equidistancia entre el abucheo y el respeto, la libertad de expresión y  la injuria.

Ahora aparece el gobierno diciendo que impulsara medidas para que estos hechos no se puedan repetir. En Francia el Presidente Sarkozy estableció que si se pita el himno frente a un equipo nacional, los miembros del gobierno deberán abandonar el estadio, el árbitro suspenderá el partido… y así lo hicieron en 2008 cuando los tunecinos pitaron la Marsellesa.  En otros países, como Estados Unidos, aunque no haya legislación al efecto, a nadie se le ocurre semejante gansada. Aquí como somos tan "progres" resulta que según un auto de la Audiencia Nacional de 2009, pitar al himno es un derecho.


La pregunta es sencilla,  si esos clubes no se siente españoles: ¿Por qué se presentan a una competición que se llama la Copa del Rey, la Copa de España? La respuesta es bien clara: porque les interesa, porque ponen el cazo. Igual que el Lendakari o Artur Mas, mucho hablar de independencia pero son los primeros a la hora de aprovecharse de todas las ventajas pecuniarias de pertenecer a España. Bueno, pues si ellos no la hacen alguien debería hacer que cuando ocurren hecho de este calibre los equipos no pudieran jugar dicho competición en años sucesivos. Seguro que se acababan los pitidos, al menos la mayoría.
A cualquiera le pueden entrar los ladrones en casa, pero pongamos los medios para que no ocurra,  no dejemos la puerta abierta. El yerno no era tan tonto: hablaba mal de la suegra pero no delante de ella porque se ponía las botas en la mesa. Es inevitable que cualquiera hable mal de los españoles y de España pero en nuestra narices y que encima les estemos pagando la fiesta,  ¡Por favor!

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