Ayer pudimos ver en los telediarios a niños de
Costa Rica jugando al futbolín. La
noticia en si sería intranscendente si no fuera porque el juguete en cuestión no
era más que una simple caja de fruta con
unos palos atravesados metidos por los agujeros que hacían de manillares, a los que habían adosado otros pedazos de tabla atravesados como futbolistas. Se veía a los niños disfrutando al máximo con
sus miradas alegres. Yo creo que estaban
gozando más que cualesquiera otros niños de países ricos, de progreso
con sus futbolines coloreados y
perfectamente ensamblados o su multitud de juguetes varios. Al ver la imagen, nos olvidamos un poco de la
pobreza que les rodea y nos alegramos de
ver que también las dificultades y
problemas se pueden superar,
incluso con alegría, si hay mucha imaginación e ilusión.
Imagen del periódico La Razón |
Hace pocos
fechas vinieron los reyes magos cargados de regalos, en la mayoría de
los casos, para los niños de España. Ni un niño sin juguetes decía alguna campaña. Es verdad
todos necesitan sus juguetes, lo que puede que no sea necesario es
que les lleguen tantos ese día mágicamente empaquetados. Ellos abren todos los paquetes con gran felicidad, prueban
a jugar también con todos, pero conforme van pasando las horas se quedan en
muchos casos, y vuelven a jugar con su juguete "principal" puede que el sencillo balón o el más simple y barato
y casi se olvidan de todo los demás. Así
un años más los "reyes" se dan cuenta que
han errado, que el valor y la cantidad no van asociados a mayor valoración y expectación para los peques.
Hemos oído muchas veces esa frase
que dice: no es más rico quien más tiene sino quien menos necesita. Al escucharla pensamos que a lo mejor hasta
puede ser verdad, pero después nos parece un paripé que solo intenta consolar y poco real. Está claro que unos mínimos, tanto económicamente, como de salud, son
necesarios para vivir; es a partir de esos mínimos
cuando depende de nosotros que esa frase pueda ser real. Es que, como creo que he dicho ya en alguna
ocasión aquí, las cosas más importantes son gratis. El aire es gratis, el agua
es o puede ser gratis, el paisaje, la naturaleza, la sonrisa, el amor, la
amistad: gratis total. Puede ser más
beneficiosa y placentera una simple tortilla de patatas que una gran mariscada.
A riesgo de que me vuelvan a
decir que miro mucho al pasado. ¡Qué le vamos a hacer son ya los años!: recuerdo
que en mi niñez en el pueblo salvo muy raras excepciones no había reyes aunque
sí que teníamos juguetes. Teníamos el
jinche, la tarusa, el calvo, las tabas, pelotas viejas y sobadas, chiflas y
arcos de madera… otros juegos como el
escondite para el que no se necesita nada. Hechos por nosotros, la gran mayoría de las
veces, otras los padres los mayores, nos
ayudaban o nos hacían cestas pequeñitas con vilortas, carretillas con cuatro
tablas de desecho, los apaños más
diversos que nunca costaban nada y tanto nos ilusionaban.
Por eso a veces, cuando oigo eso
de ningún niño sin juguetes, aunque esté de acuerdo con la frase, me rebelo un
poco. El juguete no tiene por qué ser la
última consola del mercado, el móvil más sofisticado, el cacharro más caro. Puede ser,
incluso, por los padres, por los reyes "fabricado". Puede ser de muy poca tecnología pero capaz
de llevar mucha ilusión y alegría, como los niños de Costa Rica con su futbolín
tan "bien diseñado", nos lo han demostrado.
¡Qué desgraciado es el niño incapaz de hacerse un juguete!. Una caja de zapatos con una cuerda; un palo: caballo, espada, escopeta, pértiga de salto mas allá; pella de barro: cazuela, horno, hogaza, culebra... ¿Niños pobres o pobres niños!. Niños sin imaginación, hombres frustrados.
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