viernes, 16 de diciembre de 2016

A ver si aprendemos


En  nuestro pequeño entorno parece respirarse en todas partes ya la Navidad, todo son adornos, nacimientos, felicitaciones y buenos deseos; pero la vida sigue también en estas fechas y también siguen los problemas, las enfermedades, las desgracias, las guerras. Problemas que muchas veces parecen inevitables y otras da la impresión que les vamos buscando.  Enfermedades y desgracias que la condición humana lleva a sus espaldas. Guerras que siempre hay quien pretende  justificar  pero que en ningún caso pueden tener justificación cuando la mayoría de la gente que en ellas muere son inocentes.

Tragedia, desolación y caos en  Alepo.  Imagen diario "El Mundo"
En estos días nos impresiona la cantidad de personas que huyen desesperadamente de la guerra de Siria en la ciudad de Alepo para impedir que les maten por el solo hecho, en la mayoría de los casos, de estar en una ciudad y en una zona rebelde, como  más o menos, pasa en otras partes de aquel país a los del bando contrario. Me imagino que como en España: unos eran nacionales o republicanos según les tocó en suerte los que en la región tenían el control. Sí, es que las guerras siempre se complican. Empieza con lo que parecía una guerra civil para derrocar al dictador Al Asad y al final como siempre países como Rusia, Irán, y algunos europeos que dicen que se meten con la intención de acabar con el conflicto y lo que hacen es agudizarlo más. Por si era poco,  hasta el radicalismo de la religión islámica y los terroristas de Daesh entran en la refriega para hacerla más cruel si cabe.

Puede  que en estos casos lo más terrible,  no sean los bombarderos tirando bombas de racimo que caen sobre la población inocente  sino el odio y la falta de respeto capaz de suscitar sentimientos que promuevan y justifiquen tales  actos. Los que en  otras ocasiones parecían estar tanto en contra de las guerras parece que ahora se hubieran quedado mudos. Fanáticos siempre aparecen en todas las guerras y en todas las partes. Nunca se puede justificar el asesinato masivo de civiles, de niños de  gente que estaba o pasaba por allí.

Las naciones poderosas que no llegan a  un acuerdo global en algo tan necesario como acabar con las guerras y una vez más saltan las alarmas y la pregunta de que para qué sirve la ONU. Más de 400.000 muertos en esta guerra fratricida,  a cientos un día y otro también y sin atisbos de solución  como no sea porque ya no quede población ni ciudad por arrasar.

Mientras aquí en España cuando apenas hace 80 años pasamos por algo parecido, hubo unos tiempos en la transición en que el pueblo se puso de acuerdo para pasar página y lo habíamos superado y nos habíamos olvidado de juzgar a nadie por aquel pasado, pero, oh sorpresa, ahora aparecen necios vociferantes que no vivieron nada de aquello y que quieren juzgarlo y rememorarlo otra vez a su manera. Si es que no aprenderemos. Claro la culpa mayor la tienen los que se dejan embaucar por sus mentiras y cantos de sirena. Vivimos en un país en democracia y en paz, ahora incluso con un gran crecimiento, también con dificultadas y cosas negativas. No busquemos problemas donde no los debería haber. Educación y respeto.

Pues eso que estamos ya en épocas navideñas, que son fechas propicias para reforzar los sentimientos de paz y de amor. Que deberíamos pensar que más allá de nuestra familia, nuestro pueblo, nuestra nación; también hay personas que pueden necesitar de nuestra ayuda, cariño y compresión, como en estos días la población de Alepo.


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