Los días del año últimamente son como los trozos de una gran tarta de la cual cada estamento, institución o profesión, intenta que se le reconozca su cacho. A este paso pronto el calendario se quedará corto y tendrá que compartir dedicación para abastecer a la demanda.
En los primeros años de nuestra democracia aparece la dedicación con gran pompa de un día a la mujer trabajadora dedicado, más que a toda mujer trabajadora en sí, a las que desarrollaban su actividad fuera del hogar. El entuerto se deshizo hace pocos años porque también las mujeres que trabajan en casa hacen una gran labor y por tanto son tan trabajadoras como las otras, de ahí que ahora se diga "el día de la mujer". Pero aunque muchos jóvenes no lo sepan, no ha sido fácil.
Hasta los años cincuenta y parte de los sesenta la familia estaba organizada en torno a un padre, jefe sin discusión, una madre encargada del hogar y unos hijos obedientes sin explicaciones a las exigencias de sus padres. En ocasiones aparecían los abuelos, sin pensiones o con pagas ridículas y resignados por tanto a la generosidad de sus hijos. A veces también algún tío o tía soltera, estos sí que en muchos casos maltratados y burros de las cargas más pesadas. En este contexto la mayoría de las familias de las clases medias y bajas lo tenían claro: si podían dar estudios a algún hijo, cosa nada fácil, se lo darían preferentemente a los niños.
Pero llega la explosión económica de los años sesenta y los padres, la gran mayoría de esas clases medias o medias bajas, ya se atreven porque ya tienen posibilidades de dar estudios a las niñas y en los setenta las chicas dejan de ser la excepción en la universidad, para pasar a ser tan normal su acceso como el de los chicos. Con su cultura crece su rebeldía, pueden llegar, en teoría tan alto como los hombres y ponen patas arriba los pilares de la sociedad y familia patriarcal que en su niñez conocieron e intentan revolucionarlo todo: la mamá no debe dar la razón al papá si no la tiene, la hermana no tienen por qué llegar a casa antes que el hermano, etc. Inyectan en la sociedad el "virus" de la igualdad y hasta la mujer más inculta está de acuerdo porque lo consideran peticiones justas.
A todo esto el hombre se da cuenta de la racionalidad de las peticiones de la nueva mujer, pero tiene el poder en las manos y en la mayoría de los casos seguirá relegando a las mujeres, seguirá pensando que la mujer donde tiene que estar es en casa atendiendo a su familia. Pero los planteamientos poderosos de los hombres se tambalean cada vez más ante las peticiones justas de las mujeres y poco a poco no les queda más remedio que aceptarlo.
La mujer empieza a ser aceptada como normal en su trabajo u ocupación fuera del hogar, pero en casa el hombre sigue con su educación ancestral, pensando que la mujer es la encargada de las labores de la casa, incluso aunque trabaje fuera. Y resulta que ahora que pueden acceder a cualquier trabajo o cargo: ministras, guardias, policías, alcaldesas… resulta, digo, que ahora el mayor problema está en casa porque el marido no se resigna a perder sus privilegios, aunque los reconozca injustos. Pero no son solamente los maridos de más edad, también muchos jóvenes no aceptan fácilmente que su mamá se lo diera todo hecho y con su pareja tenga que colaborar.
La mujer empieza a ser aceptada como normal en su trabajo u ocupación fuera del hogar, pero en casa el hombre sigue con su educación ancestral, pensando que la mujer es la encargada de las labores de la casa, incluso aunque trabaje fuera. Y resulta que ahora que pueden acceder a cualquier trabajo o cargo: ministras, guardias, policías, alcaldesas… resulta, digo, que ahora el mayor problema está en casa porque el marido no se resigna a perder sus privilegios, aunque los reconozca injustos. Pero no son solamente los maridos de más edad, también muchos jóvenes no aceptan fácilmente que su mamá se lo diera todo hecho y con su pareja tenga que colaborar.
Así asistimos en muchas ocasiones al doble trabajo de la mujer fuera y dentro del hogar mientras el marido se solaza con sus partidas de cartas, deportes, fútbol... Pero la idea ha calado ya y cada vez son más los hombres que comparten el trabajo del hogar. Porque todos sabemos que el trabajo de la casa es duro, por eso también sin duda hoy es el día de la mujer trabajadora de su casa, esa mujer con horario ilimitado y sin permisos.
El trabajo duro del campo |
Dedicado a todas las mujeres, también a las abuelas que tanto trabajaron aunque se hayan ido ya.
Escrito hace un año
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