sábado, 19 de diciembre de 2020

Estos nunca me defraudan

Hasta hace un año muchos estábamos instalados en  la rutina de los días: trabajo, descanso... Así para unos era impensable no echar la partida el fin de semana, para otros ir al fútbol  o entretener su tiempo libre en cualquier otra afición. Ahora estamos metidos en esta marejada y hay muchas personas que como no pueden hacer lo que acostumbraban; dicen que se aburren.

Yo también, cuando  en condiciones normales,  quería salir de mis rutinas  de bar o cualquier otra afición, no solamente me costaba hacerlo sino que la mayoría de las veces fracasaba. Ha tenido que llegar una situación, como la que estamos viviendo,  para darnos cuenta, que no solamente se puede "sobrevivir" saltando esas costumbres, sino  que puede ocuparse uno en otras aficiones tan o más atractivas e interesantes.

Puede ser una verdadera gozada escuchar tranquilamente música, esa que en alguna ocasión te acariciaba el espíritu y te hacia expandir el corazón. Esa que puede traer tantos recuerdos, que alguna vez guardábamos en aquellos rollos de plástico, casetes que el tiempo fue degradando y que ahora, como por arte de magia, la podemos recuperar manejando las teclas de ese invento no sé si mágico o brujo, que es Internet. Y te puedes quedar como en éxtasis  pensando: no puede ser. Y hasta puede que se te escape una lágrima, que no es ni de alegría ni de pena, es sólo por estar sintiendo  una emoción que hasta te saca de contexto.

Nos prohíben viajar, pero hay tantas formas de viajar. Nos adentramos en nuevas poblaciones y paisajes; mientras se lee un libro, se  ve una película, en fin, mientras se vive. Cualquier ocasión puede incitar a ese viaje, nunca nada ni nadie puede limitar nuestros pensamientos, cortar nuestra imaginación para viajar en el tiempo y el espacio a nuestro antojo. Es solo cuestión de dejar libre la imaginación para crear el ambiente, el paisaje de todas esas situaciones que estamos leyendo, el entorno de lo que nos ofrece la pantalla, las circunstancias de todo lo que va reproduciendo nuestro cerebro.

Cuando se escucha, se lee, se ve lo que a uno le gusta; se pasan las páginas, las horas plácida y alegremente y a nuestra mente, no solamente no le cuesta, sino que disfruta mientras recrea las situaciones. Todo lo contrario que ocurre cuando uno se empeña en digerir libros o películas que no nos gustan, por más que puedan ser best seller. Por eso, pienso que no merece la pena martirizarse: leyendo un libro que a las pocas páginas ya no aguantamos, rollos de películas aunque sean muy taquilleras, música que hace daño, por más que se encuentre en las listas de éxitos. Servidor cuando tiene dudas, en cuanto a lectura, sabe que hay algunos que nunca le defraudan: 

Valle Inclán, Cervantes, Quevedo, Unamuno, Pérez Galdós

y además es fácil encontrar sus textos y a precios baratos.



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