viernes, 10 de septiembre de 2021

Un pendón para nuestro pueblo

Los primeros pendones nacieron como un símbolo de distinción individual a partir del siglo X y hasta el XIII; los caballeros colocaban su pendón en lanza para dar a ver su alcurnia y categoría. Los reyes, más tarde, también  llevaban su pendón real portado por el alférez que iba al lado del monarca. Pasado un tiempo, los soberanos comenzaron a dar pendones a los municipios. Siempre el pendón representaba  un gran signo de honor y distinción, por eso cuando a veces en un enfrentamiento se perdía, la recuperación era un fin primordial y cuando se conseguía, solía dar lugar a la implantación de una gran fiesta. En el antiguo Reino de León (León, Zamora y Salamanca) se usan para representación de las localidades en romerías y fiestas de carácter religioso o civil.

Mí pueblo, Palazuelo de Eslonza, también allá por mediados del siglo XVIII tubo su pendón, pero por esas vueltas que da la vida, actualmente ya no existía, se había perdido en el tiempo. Con ocasión de unas subvenciones que daba el Instituto Leones de Cultura a las juntas vecinales para recuperación y rehabilitación de pendones, vimos la posibilidad de hacernos por fin con uno. Pero había un problema, no se trataba de subvenciones para hacer cualquier pendón nuevo, era para los que ya existen o hubieran existido y se hubieran perdido.


Así pues había que investigar a ver si en nuestro pueblo había habido alguna vez pendón. Nos llevó tiempo rastreando por archivos históricos, Internet... Fue en el Archivo Histórico Diocesano de León, en el libro de Fabrica de la iglesia de Santa María de la Inmaculada, de Palazuelo de Eslonza, donde desde la segunda mitad del XVII   hasta la primera del XIX encontramos diversas anotaciones de gastos en telas, sastre... para un pendón. Ya teníamos lo mas importante, la demostración de que habíamos tenido estandarte.

Con esos datos nos ganábamos el derecho a la subvención. El archivero Ceballos nos hizo una gran labor y un gran favor al hacer un informe de como debió de ser y como debía de trasladarse al recuperarlo. Las monjas Carbajalas, Sor Araceli y Sor Mónica; se encargaron de la confección del mismo según dicho informe, con todo rigor y Plastimolvi/Justino, de la vara.

Por fin precisamente para el día de nuestra fiesta, llegó al pueblo nuestro flamante pendón. Don Manuel, el cura, se encargó de bendecirle y el pueblo entero de sacarle en una gran procesión en
medio de los sonidos del tambor y el acordeón, para "airearlo" y darlo a conocer, por todas las calles de la aldea. Estábamos encantados, mientras los jóvenes disfrutaban más que nadie portándolo. Era y es sobre todo un motivo de unión y alegría para todos, aumentado por el hecho de haber recuperado algo tan nuestro. Es parte muy importante de nuestra historia que, como se dijo en la presentación, esperamos que no se pierda en muchas generaciones, para que siga uniendo a nuestra gente, mientras gozan con su exhibición

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