22 de diciembre, la musiquilla de la lotería se oye por todas partes, al oírla no queda más remedio que impregnase ya totalmente del Espíritu de la Navidad. Los recuerdos se sobreponen, hay de todo pero destacan los de calor, amor y amistad. Uno va por la calle y cualquier excusa le parece buena para desear lo mejor a quien se cruza en el camino y los sentimientos se expande en medio de las músicas, los belenes, las luces, los villancicos y se empapa uno tanto del ambiente que en vez de caminando parece que se fuera, a veces, flotando.
Y cada uno a poco que lo intentemos vivimos nuestro cuento particular de Navidad. Aún sin proponérnoslo los problemas son menos porque nos sentimos con más fuerzas para superarlos, porque desde la atalaya de estos días los vemos más pequeños. Es una ocasión para hacer una importante mirada a nuestro interior y desde ese halo de ilusión y ganas de vivir, encaminar nuestra ruta hacia lo que ahora vemos con claridad mucho más importante.
Claro que sigue habiendo motivos para la preocupación. Hay millones de seres humanos que los están pasando muy mal. Seguramente nuestros días serán más completos, si nos acordamos de todas esas personas y podremos poner mejor final a nuestro particular cuento de Navidad. Los cuentos, ya sabemos que a pesar de las dificultades que en ellos se viven, suelen acabar bien. Que este "Cuento" acabe los mejor posible para todos.
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