Siete de febrero, seguimos con los casos de corrupción que no tienen fin. Aguantando unas políticas nefastas para la mayoría de la ciudadanía que nos llevan al desastre, mientras en el Gobierno continúan a lomos de la mentira, intentando convencer de lo bien que va esto. Es inútil, para el que quiera ver las cosas de frente, el panorama que se ofrece no puede ser más desolador. Según el último informe del banco mundial; España se hunde en el índice democrático, el control de la corrupción y la eficiencia gubernamental.
Después de más de dos años y medio aparcada en los cajones del Congreso, el 23 de octubre del pasado 2024, se aprobó por fin la ley ELA y al día siguiente fue publicada en el BOE para ayudar a los enfermos con esclerosis lateral amiotrófica que tantas dificultades tienen para seguir adelante. Han pasado tres meses y 264 enfermos han muerto en este periodo sin recibir las ayudas, que a día de hoy los vivos, siguen esperando. Son unos 200 millones los necesarios para cubrir estas ayudas y mientras hay para tantos y tantos gastos y ayudas para amigos y corrupción, para el ELA no acaban de llegar.
Estaríamos largo rato poniendo ejemplos de una nociva actuación gubernamental. Alguna vez he dicho que no nos merecemos lo que tenemos, también he dicho lo contrario. Hay cosas que no hay por donde cogerlas. En un momento de euforia cuando acababan de ganar un campeonato el señor Rubiales besa a la jugadora Jenni en la boca. No digo que estuviera bien ni que no deba ser castigado pero lo que no deja de ser un esperpento es que estén todos los medios hablando del tema como si fuera el no va más y un juicio que durará 11 días, con 27 testigos para declarar. Manda...
Aquí seguimos con un Fiscal General imputado con cara de granito, la mujer del Presidente, los que se lo gastaban en putas y queridas. El Tribunal Supremo llamando al orden al Tribunal Constitucional para recordarle sus funciones... Y mientras los Sánchez, Bolaños, Montero, Marlasca, Simancas, Alegría, López..., acusando a otros de lo que son ellos y mintiendo sin pudor por permanecer unos días, meses más en el poder. ¡Para, que yo me bajo!
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