viernes, 31 de octubre de 2025

Una farola en la encrucijada, un lucero en el horizonte


Otro año, otro día de Todos los Santos. Flores, cementerio; cambian el decorado y la rutina de los días porque cuando uno se ha sentido tan querido por los que se han ido, todos los días son como  mañana, todos los días en cualquier lugar y momento sentimos y vivimos que están ahí, muy cerca, en primera línea, con todo lo bueno que nos han enseñado, con todos los ejemplos para ayudarnos a seguir caminando, con los candentes recuerdos de buenos ratos y también de trabajos y sufrimientos, por nosotros. Tantos que sus vidas, antes que nada,  parecían destinadas a atender nuestras vidas.


Iremos al cementerio, la lápida seguro que estará fría, alguna lágrima intentará escaparse, porque les echamos tanto de menos. Cuando ha habido tanto amor  también  hay mucho sufrimiento. Y, con un poco de suerte, nuestro semblante se tranquilizara, incluso puede hasta se alegre cuando aparezcan los buenos momentos que nos hicieron vivir.  Se van intercambiando la aceptación y el sosiego con la rebeldía por algo que nos sigue doliendo, que nos parece injusto  y sobre todo que no "entendemos".

Un año más, un año menos para que pasemos a la otra orilla, al recuerdo. ¡Pasan tan rápido los tiempos! La vida seguirá y nos seguiréis acompañando, ayudando; porque es seguro que nos estáis ayudando en múltiples momentos y la estela de vuestra compañía seguirá inundando nuestro corazón y nuestros tiempos. A cualquier parte que miremos apareceréis como una farola en la esquina, un lucero en horizonte.

Dice Umberto Eco: "La muerte no llega con la vejez sino con el olvido". Lo adornemos como queramos, la muerte llega pero tenemos la suerte que no nos puede arrebatar las vivencias, los sentimientos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario