Me da que este hombre hubiera preferido que le llamaran gordito. |
Me reí mucho con su cara y
lo agraviada que se sintió la señora Ada Colau porque Alfonso Rojo en La Sexta Noche le dijo
gordita. Ambos estaban en el debate,
este se iba calentando y llegaron las alusiones personales:
—Pregúntese por qué, donde vive y
con quien se relaciona. —Espetó la Colau.
—Si vamos a lo personal, para lo
mal que lo pinta usted y el hambre que está pasando, yo la veo bastante gordita. —La replicó Rojo.
Se sintió muy ofendida por llamarla gordita
cuando sencillamente es gorda, así que
el presentador para mitigar el agravio expulsó a Alfonso del plató.
Esta señora lucha porque a nadie
se le saque de su casa, stop desahucios, es su lema y yo por supuesto estoy de
acuerdo con ella en defender al más débil e intentar evitar que lo pongan en la calle. Lo
que no estoy tan de acuerdo es en los
métodos y posturas esgrimidas y lo comprendo menos cuando se siente tan molesta porque la llamen gordita, por más
que no sea el mejor piropo para una mujer.
Ya digo que me parece muy loable
lo de ayudar a los marginados, los más indefensos, pero su forma de hacerlo no me
parece lo mismo; ganaría mucha credibilidad, apoyo y por supuesto el mío total, si sus protestas
fueran más civilizadas y plurales, y no apuntaran siempre en el mismo sentido, porque por mucho que lo niegue en ellas con
frecuencia se acosa e insulta a víctimas inocentes que simplemente estaban
allí.
Y ya para colmo de adhesión me
apuntaría a su movimiento si se acordara de hacer algún escrache al Gran Woyaming
que aunque vaya de redentor de los débiles tiene 16 pisos y tres millones en
activos de empresas, o a Jorgito Westringe
que tiene la poca vergüenza de haber asistido a alguna de esas protestas
y posee una mansión valorada en un millón de euros y una residencia de
estudiantes con 20 habitaciones. ¡Ah!, ya lo decía el viejo cura de mi pueblo: hay mucho fariseo, haced caso de los hechos, no de los dichos.
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