lunes, 14 de diciembre de 2015

Fijarse en los hechos

Estábamos en  la mili en Valladolid, los pases y permisos en aquellos tiempos andaban bastante escasos  y fastidiados. Bernardo, un artillero compañero y amigo lo sabía, por eso buscaba un enchufe  como fuera para superar la situación. Al final dio con un familiar lejano que conocía a  un teniente de nuestra batería. Por fin tenía alguien a quien acudir. Se  las ingenió para saber dónde vivía nuestro teniente y a la primera vez que fue al pueblo le trajo dos pichones  con los que personalmente se presentó en casa del oficial. Este muy agradecido le dijo que si necesitaba algo se lo dijera.  Bernardo aprovechó ya la primera  ocasión para pedirle un pase de fin de semana, después más y más, eso sí;  cada  vez que iba al pueblo, un bonito pueblo de Zamora,  al teniente le llevaba sus pichones. 

Hubo un tiempo que la mili era obligatoria 
Iba pasando la mili, el amigo se les había ingeniado  para irse todos los fines de semana a su pueblo, cuando  los demás  nos teníamos que conformar  con una vez al mes o dos como mucho.  Bernardo me contaba  todas las peripecias  de cuando le llevaba los pichones, cuando el teniente no estaba  lo amable que le recibía su mujer que incluso le ponía alguna tapa  y bebida. Todo iba  sobre ruedas, pero un día le vi con cara  triste y enfadado.    
—Qué pasa Nardi, es que no te fue bien el fin de semana. —Le pregunté.        
—¡Calla! Vine del pueblo y le llevé dos pichones al teniente, cuando llegué él no estaba, la mujer me  invitó a un vino y una tapa, cuando este llegó a casa  y como si no le gustara que le llevara los pichones me dijo muy serio: Bernardo  no me traigas más palomas.    —¡No te jode palomas! ¡Qué eran pichones! —Concluyó, a voces mi amigo.  

Lo cierto es que a partir de entonces al amigo se le acabaron los pases  especiales y se tuvo que poner a la cola como los demás para tener sus permisos.  Eso fue bueno para mí porque salir con él los fines de semana era una diversión asegurada.

Faltan unos días para el 20D y los políticos se afanan en vendernos la moto para conseguir nuestros sufragios. Y seguramente si fuera la primera  vez hasta nos lo creeríamos. Lo que pasa es que unos nos han engañado muchas veces, otros  aun  siendo nuevos  tienen ya  casos  y comportamientos bastante nefastos.  Sin ir más lejos: ayer el señor Errejón tenía la cara dura de hablar de la corrupción de los demás,  él,  que se chupó una beca sin aparecer por la facultad donde debía trabajar.  Así que no sé por qué se afanan tanto en palabrear, a veces hasta se enfadan para decir las cosas, como si con ello pensaran que fuesen más creíbles. Creo que pierden bastante el tiempo, pero a alguno habrá que votar, no por la verborrea que lancen para el caso.

Nardi por lo menos, le llevaba pichones al teniente para conseguir sus permisos, algo tangible, bastante más que palabras y aun así perdió los favores de este,  yo creo que por abusar.  Sí, es cierto, al final queramos o no, la mayoría optaremos por votar, pero no porque nos  rayen la cabeza con tanta promesa y mentira. No seamos palomos; habrá que fijarse  más bien en los hechos, que son los que nos pondrán a cada uno en su lugar para bien o para mal.  Lo malo es si todos son para mal. 



Hoy a las diez de la noche será el debate: Rajoy contra Sánchez. Apuesto doble contra sencillo a que mañana los diarios ABC y La Razón, darán ganador a Rajoy, para otros como el País o la Vanguardia será Sánchez el vencedor. La SER pondrá al socialista en lo más alto del podio, en cambio la COPE subirá a Rajoy. Podría seguir apostando con más diarios de papel y digitales. ¿Sirven para algo estos debates? ¿Por qué hay tanta manipulación y mentira? Pero... ¡En qué país vivimos! 




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