lunes, 23 de mayo de 2016

Tamboriteros o músicos

Los Veleros. Grande músicos (tamboriteros)  desde los años 60
Este es uno de esos  compañeros casuales  de cervezas y tertulias de bar que toca el tambor  en una de esas orquestas que amenizan las fiestas patronales  de los pueblos. Cuando nos dirigimos a él no lo hacemos por su nombre sino que le llamamos músico. Un día y teniendo en cuenta que toca el tambor se me ocurrió llamarle tamboritero, es verdad que con un poco de mala intención. Se enfadó bastante y me dijo que no era tamboritero sino músico. Yo intenté justificarme: antes  llamábamos tamboriteros a todos los músicos que iban a las fiestas. Pero quedó claro que si quería llevarme bien con él nada de tamboritero.

Hay muchas personas que se preocupan muchos más por lo que dicen o lo que piensan de ellas que por lo que hacen o lo que son en sí  mismas.  Todos en mayor o menor medida damos importancia a nuestra proyección de cara a los demás, es lógico. Lo que ya no es tan lógico es pretender contentar siempre a  otros antes que estar contento con lo que hace uno mismo. Tampoco tienen que ser siempre lo uno excluyente de lo otro pero si hay que optar  es preferible estar bien con uno mismo que recibir elogios de los demás.

En esta campaña electoral interminable vemos cada día como se nos pretende siempre servir lo políticamente correcto. Todos nos prometen acabar con los males que nos aquejan. Seguro, salvo que sean idiotas, que se dan cuenta que nos mienten descaradamente pero no es su verdad ni su conciencia lo que les mueve sino sus intereses particulares de partido y de poder. Hasta se comprendería que en estas lides mintieran un poco pero no tan exageradamente como  lo  hacen.  A estos sí que les  interesa más que a nadie como les ven los demás, los electores;  independientemente  de que si se mirasen  a ellos mismos tendrían motivos para sentirse  bastante mal.

Algunas veces, sobre todo si estamos, solos; sigo llamando al  músico tamboritero. Él ya sabe  que lo que menos pretendo es ofender o engañar a nadie y más que enfadarse me suelta alguna andanada envuelta en una sonrisa. Andana es lo que se dicen llamar muchos de estos que ahora nos prometen tanto y después cuando llegan al poder cambian sus discursos y promesas sin el menor rubor o vergüenza. Lo peor de todo, yo creo, es que hay  mucha, demasiada  gente,  que  no es que la engañen, es que se deja engañar.


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