sábado, 18 de noviembre de 2017

Marianela

Marianela  es el título y la protagonista de una gran novela de Benito Pérez Galdos. Se trata  de una muchacha sola y desamparada que además físicamente no es nada agraciada. Acaba siendo lazarillo de un chico rico pero ciego; Pablo,  del que se enamora. Se prometen estar siempre juntos, juntos van a a todas partes y a través de su mirada y sus descripciones, Pablo imagina y puede "contemplar" el mundo que le rodea. También este imagina que la chica que es un ángel venido del cielo debe de ser guapísima. Un día gracias a un buen médico Pablo recupera la vista, con Marianela alejada de él aquellos días, precisamente por lo que ella  siempre temió, que viera y descubriera que guapa no era. Lo primero que ve Pablo es una prima espléndida de la que acaba enamorándose. Marianela a pesar de que la prima la trata muy bien y quiere incluso un día llevarla a vivir con ellos, no soporta la situación y se muera o mejor se deja morir.

Todos  sabemos de Marianelas Y Marianelos que van dando a pedazos su vida  a personas que les prometen lealtad y recompensa  y que después les dejan tirados en cuanto se les cruza cualquier condición física-material mejor.
Yo conozco a uno que se le ocurrió enamorarse por Internet. En la distancia se prometieron amor y fidelidad eternos. La chica era sudamericana, mire que le porfiaron:
—Que hay mucha distancia,  que así no la puedes conocer bien...
—Es igual nos entendemos mejor que muchos que se ven a diario.
—Que la sacas casi 20 años
—Eso para nosotros no tiene importancia. —Contestaba.
Pues la trajo para España y a los dos días se casaron. Pero las cosas pronto empezaron a ir de mal en peor. En pocos semanas, el jurado amor eterno se acabó. Duró justo lo que tardó la mujer en hacerse con la nacionalidad española y poner a cero sus cuentas. El buen hombre no se ha dejado morir como Marianela, pero poco menos. 

Los cuentos, las novelas, las películas; casi siempre acaban bien. Los escritores y guionistas procuran que así sea porque saben que la gente prefiere con mucho esos finales felices. Sin embargo en la vida no es así: el haber sufrido mucho no es aval para no seguir sufriendo, y al revés, el haber gozado mucho no es inconveniente para seguir gozando; independientemente de que en ambos casos pueda haber paréntesis de todo lo contrario. Aunque haya quien dice que al final la JUSTICIA acaba triunfando, continuamente vemos que esa afirmación no es cierta.

Si hay una deuda económica y el deudor no paga, el acreedor puede acudir a la justicia si tiene pruebas y documentos que lo acrediten. Cuando se trata de una deuda de compromiso, de gratitud, de amor,  ¿a quién se puede acudir? En este mundo nuestro a nadie. Por eso yo quiero pensar y pienso que hay otro mundo donde todo eso cuenta.


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