viernes, 1 de diciembre de 2017

Diciembre para cambiar

Entramos en un nuevo mes, diciembre, el último mes del año y es como si de repente todo cambiara. Las ciudades y los pueblos cuelgan sus adornos, ponen sus belenes, hasta el mismo tiempo parece haberse dado cuenta de que está ya bien entrado el invierno y anuncia, por fin, buenas lluvias y nevadas en casi todo el país, que buena falta nos hace. La lotería con mayúsculas, la de Navidad, los buenos deseos comienzan a aflorar. Es como si todo nos quisiera decir que "esto" puede ser diferente ya.

Ayer estaba comiendo cuando apareció por la televisión un anuncio de una ONG. Era una mamá que sobrecogida abrazaba en su pecho un niño. Un cráneo muy grande para aquel cuerpo tan pequeñito, una cara famélica, con unas moscas que desafiantes andaban por ella,  unos brazos y piernas escuálidos, un vientre protuberante y anormal... De pronto me dí cuenta que había alejado mi mirada de la pantalla  tal vez para que no se me atragantara la comida y me llamé cobarde y me "castigué" con volver la mirada a la escena por muy dura que fuera.

Nos hablan con frecuencia de que en España hay muchos niños con riesgo de pobreza. Podríamos comparar  las imágenes de estos con aquellos,  como el que ayer removió mi conciencia y nos daríamos cuenta de la abismal diferencia. No debería ser necesario, pero debo de aclarar que no estoy diciendo, ni mucho menos, que en este país no se deba luchar contra la pobreza, solo que son tan personas y tan niños aquellos otros como estos, aunque estén a unos cientos o miles de kilómetros de nosotros.
Tampoco, aunque no nos guste, podemos obviar, que otro gran problema de la infancia acá, es la obesidad infantil: un 18%, una de las más altas de Europa. ¡Que paradojas!

Hay muchísimas imágenes mucho peores.
Son casos urgentes que están ahí y que necesitan de un apoyo incondicional de todos. No podemos ampararnos en decir que son cosas de los gobiernos, aunque su responsabilidad esté en un primer lugar, estamos en conciencia implicados. Sí, vale de gaitas: no está bien que haya mesas en Navidad a rebosar, a tirar;  si  los que hacen posibles esas mesas no colaboran, pero de verdad, no con migajas,  en que el hambre en el mundo se vaya acabando ya.

Parece mentira que con tanto avance y tanta comunicación sigamos así. Gente que no ve más allá de su ombligo, empeñándose en poner barreras y fronteras: Yo soy la de Dios, yo soy mejor, yo tengo derechos históricos, yo, yo, yo... Que den por el ... a los demás. Esto para personas normales y de bien no puede valer.  ¡Ya está bien! 
Parece que el niño de ayer me ha hecho cabrear un poco, conmigo mismo en primer lugar y también con los demás. A ver si de verdad: el frío, la lluvia, la nieve, la Navidad; nos ablandan los corazones y nos hacen ver lo importante, nos hacen cambiar.





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