Dia de la madre, de las madres. Puede que las personas con más motivos para dedicarles un día del año. Hace tiempo que te fuiste, querida madre, que te fuiste físicamente porque sigues viviendo y siendo muy importante en mi vida. Tú que siempre lo diste todo sin pedir a cambio nada, que cuando llegaba esta fecha siempre ponías el mismo pero a los regalos: no gastéis, que tenéis la vida por delante y tenéis que ahorrar. como siempre: pensando siempre en dar, nunca en recibir.
No me voy a poner ahora a hacer la lista de todo lo que te tendría que agradecer, sería interminable. Una vida, un día a día de lucha y supervivencia para sacar adelante a la familia numerosa que éramos. Horas de mil labores mientras no olvidabas nuestro cuidado y atención. Días de sufrimiento porque cuando no tenía uno catarro el otro tenía fiebre, cuando a unos les hacían falta zapatillas, los otros podían necesitar pantalones o batas. El médico, con suerte, aparecía una vez a la semana, no había coches para transportar al enfermo, solo burros o caballos y el dinero, ¡era tan escaso!
Mientras apoyabas tus rodillas en aquel cajón de madera lavabas revolviendo las prendas en el agua de las pozas y retorciéndolas sobre aquella tabla, que curiosamente aunque se llamara lavadera, no tenía nada que ver con las lavadoras de ahora. Tus manos siempre prestas para donde más falta hicieran porque solo la noche, la enfermedad, los achaques; las permitían parar. La casa los animales, los trabajos del campo. Eran tantos los tajos abiertos, que como tú bien decías muchas veces: no sabías donde acudir.
No había calefacción y solo aspirabas a tener leña que tú misma partías, a pesar de tus, más bien escasas fuerzas, con aquel honcejo que aún conservamos; para hacer aquellas comidas, largas porque tampoco había las potas de ahora. Apenas fuiste a la escuela pero nos enseñaste todo aunque a veces en nuestra pedantería por tener un poco más de estudios que tú pensábamos que podíamos llevarte la contraria, el paso de los años me ha confirmado que tenías la razón no sé si en todos, pero sí en la mayoría de los casos.
De ti aprendí lo grande que puede ser el amor, lo importancia de la familia, la honradez, el trabajo. El afán de superación, la comunicación y el diálogo, el respeto, a conformarse con poco, a saber sobrellevar la estrechez me enseñaste también, a superar el dolor, a saber de comprensión, de perdón, y a que a pesar de todo habías de sacar tiempo para la Virgen y Dios.
Sigues muy viva en mi vida, en mis sentimientos, en mi imaginación, en mis recuerdos, querida madre; por eso, te mando un regalo que junto a un inmenso beso, confío llegue hasta el Cielo.
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