Este domingo 8 de diciembre es la
fiesta de la Inmaculada. Es una de las dos fiestas menores del pueblo. La mayor con dos días de fiesta el 8 y 9 de septiembre, otra en mayo el último día de la
novena y esta de diciembre. Ahora solo hay música, si la hay, en la fiesta principal. Antes los mozos eran los encargados de buscar
y pagar los músicos para los días de fiesta y bien que lo hacían para las tres
fiestas que se celebraban.
La inmaculada, la Patrona |
Sí, era lo que marcaba la fiesta:
los músicos y Nati la caramelera. En la
que se hacía este mes, a poco más de
media tarde comenzaban a tocar, las mozas y mozos, desde antes incluso allí estaban. Mozos trajeados con corbata, camisa bien planchada aunque fuera
de aquellas que parecían siempre arrugadas, zapatos lustrados con punteras bien
marcadas y unos milímetros de suela por donde el frío atacaba. Las mozas con sus
vestidos, también con sus abrigos, sus zapatos con tacones, que a veces, al
incrustarse en la húmeda pradera, allí
quedaban. Entonces no había ropa de verano, entretiempo, invierno; era siempre la misma,
simplemente la cantidad de ropa que se llevaba puesta era la que el frío o calor en
cada caso aconsejaban. Todos, aunque no hubiera cuartos de baño, bien acicalados
bien peinados, con los pelos, la mayoría revisados por el barbero, la última
semana. ¡Qué diferencia con ahora que
parece que a nadie le importa nada!
Los chavales alrededor de Nati para de vez en cuando gastar alguna perra gorda de las presuntas
propinas o las que nos había dado D. Ramón a los monaguillos: comprando golosinas, pistolas de agua, restralletes, que eran como cabezas de cerillas grandes que al frotarlos contra un canto rechisporroteaban, chucherías de nada.
La música debía seguir hasta las
once y poco, los chicos hacía rato que
nos habíamos retirado. Calles sin asfaltar, sin iluminación, con algún charco inesperado,
que los mozos y mozas mientras iban para casa cortejando sorteaban aunque
sus zapatos, como los de casi todos, lo normal era que acababaran el día adornados de barro.
Un poco de lo fue la Inmaculada. Con
muy pocos medios, de pasar mucho frío, pero también fiesta llena de toneladas
de magia de ilusión y fantasía.
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