lunes, 10 de noviembre de 2014

Tres años hace ya

Acababa de estar en una reunión llena de alegría y paz  con toda mi familia, incluso con los que ya no están  acá, ahora veía el cielo muy estrellado, me sentía confuso, desde mi cama a veces veía las estrellas pero  no estaba en mi casa, pero ¡Dónde estoy! Oigo una voz que me dice: tranquilo has tenido un accidente, no te muevas tienes las piernas rotas. Sí, estaba tendido en medio de la calzada. Mi familia: ¡Dios mío que susto les voy a dar, ellos no se merecen esto! Me sumo en una inmensa desazón, siento frío y lo digo, alguien me pone ropa encima. Recuerdo que me han dicho que no me mueva, pero intento mover solamente los dedos de los pies, noto que los muevo y esto me produce un poco de serenidad dentro de tanto dolor. Murmullos y ajetreos alrededor, llega la ambulancia y me sube para el hospital.

Así fue, hace  ahora tres  años iba para casa después de salir de trabajar, era de noche, una llovizna caía del cielo y un coche me llevó por delante al cruzar. De un paso a otro todo había cambiado: de tener una vida bastante cómoda y normal a despertarme en una UVI destartalado y casi sin vida, después de una noche de operaciones y arreglos.

Aparatos por todas partes enchufados a mi cuerpo, quejidos de dolor de compañeros alrededor. Todo es pesadumbre y malestar. Me dice un "ángel" con rostro de mujer que aunque ha sido muy gordo he tenido suerte y saldré adelante. Yo le creo, que remedio. Pensamientos que se amontonan sin orden… Por qué, por  qué. Intento ser fuerte y casi lo consigo, entre transfusiones, pinchazos, y pruebas de todo lo único que me queda es mucho tiempo para pensar.

Y pienso que en mi vida ha habido muchas preocupaciones por temas banales mientras he menospreciado  otras importantes.
Y pienso la cantidad de cosas que la vida nos ofrece para intentar ser felices y que no he sabido aprovechar.
Y me doy cuenta que lo importante no es tener más o menos años,  mejor o peor físico, sino estar en condiciones para poder valerse por uno  mismo, para vivir.
Y pienso en la cantidad de errores que he cometido persiguiendo metas absurdas.
Y me doy cuenta  de que tengo "mucha" gente que vive y sufre  conmigo.
Y pienso que cada día es un regalo más que la vida nos da y no, como antes pensaba, uno menos para llegar al final.
Y hago promesas de cambiar cuando me ponga bien, todo lo que ahora veo mal.
La enfermera  que vuelve a  aparecer,  a ver que toca hacerme ahora, no importa ya  he aprendido a llevar el dolor corporal.

Parece que fue ayer, pero tres años hace ya. Por eso quiero hoy de nuevo dar las gracias a la vida, a Dios por permitirme continuar aquí. Quiero recordar todas esas promesas, que la vorágine de la vida me tienta a olvidar, para lograr que se cumplan, o al menos haberlo intentado.

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