Llegaron cuatro náufragos a un pequeño islote que se
podía recorrer en menos de dos minutos de un extremo a otro. En él solo había
algunas pequeñas plantas, unos arbustos entre los que sobresalían una platanera y un cocotero, llenos de frutos. Pues
que bien, se dijeron: al menos tenemos comida asegurada para unas cuantas
jornadas. Los primeros días acudían a los árboles y tomaban los frutos que sus
cuerpos les pedían. Pero alguno temiendo
que se acabaran empezó a almacenar y esconder las frutas por su
cuenta. En pocos días viendo que los plátanos y cocos menguaban
más de prisa de lo deseado, empezaron también
a almacenar y esconder los otros
tres. Los frutales quedaron arruinados,
los náufragos iban comiendo parte de su fruta almacenada, mientras el
resto se iba pudriendo y perdiendo. Pronto
llegó el día que se les acabó la comida, cuando si hubieran cogido la necesaria
para cada caso podrían haber tenido alimento para mucho tiempo más. Pero tuvieron
suerte, no muy lejos de su isla había otras mayores y fueron vistos y rescatados.
Vivimos en un islote, un islote flotante
en medio del infinito universo, llamado Tierra. Una bola inmensamente fecunda y
productiva, con una cantidad incontable de plantas, seres vivos, minerales. Continentes, océanos, cordilleras, selvas, ríos, vergeles… Todo lleno de
posibilidades y vida para poder disfrutar cual si fuera un inmenso paraíso terrenal.
Pero por cuanto, el ser más inteligente
y por tanto el encargado de dirigir todo esto es el hombre y por cuanto además
el más egoísta para dilapidar todo el tesoro que se nos ofrece.
Así estamos en que en muchos casos, por no decir la mayoría, es el
hombre el que se dedica a esquilmar, maltratar y estropear el único sitio que
tiene para vivir. No se conforma con coger lo que necesita, quiere guardar,
atesorar acumular y sobre todo lo hace muchas veces a costa de infringir graves
daños al planeta que tan altruistamente le ha acogido, convirtiendo un lugar
paradisíaco en un lugar de subsistencia, en muchos casos.
Más petróleo, más gasto, más
calefacción, más coches, más armas y máquinas para matar y destruir el entorno, más asfalto, más cemento… como si tener más
fuera sinónimo de vivir mejor, cuando no es así. Lo que sí es cierto es que se necesita un
mínimo para pasar de subsistir a vivir. Subsistir es lo que hacen algunos
países, algunas personas, porque carecen de lo más elemental, mientras otras
naciones y otras gentes se apropian de sus riquezas. Exprimen todo lo que
pueden como si no se dieren cuenta que
todo tiene un límite y que nuestro "islote" que tan bien nos ha recibido puede ir abocado a la muerte si
seguimos con nuestro absurdo consumo y atesoramiento de bienes sin importarnos las
múltiples heridas que causamos.
Los cuatro náufragos a pesar de
su negligencia tuvieron la suerte de que había otras islas pudiendo ser rescatados y salvarse. A pesar de todo el posible progreso espacial, si seguimos destruyendo
nuestro hábitat, nuestros descendientes no sé adonde se tendrán que ir a vivir,
porque otro planeta así cerca como para mudarse tranquilamente me temo que no van
a encontrar.
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