Hay un compañero que según llega por la mañana al trabajo lo primero que hace es
tachar en su calendario de mesa la fecha
del día anterior haciendo una gran cruz con su rotulador negro. Por incordiar
un poco, le pregunté:
—Oye, por qué haces eso, ¿para saber el día en que estamos? —Me echo una mirada un tanto sorprendido y contrariado, cómo advirtiendo mi guasa.
—Es verdad hay momentos que casi no sabe uno ni en qué día está pero no es por eso, es sencillamente por borrar un día más de curro. —Me contestó.
—Es que los tachas y emborronas de una forma como si te hiciera daño verlos, recordarlos.
—No, tú sabes que no es así, una manía como otra cualquiera.
—Oye, por qué haces eso, ¿para saber el día en que estamos? —Me echo una mirada un tanto sorprendido y contrariado, cómo advirtiendo mi guasa.
—Es verdad hay momentos que casi no sabe uno ni en qué día está pero no es por eso, es sencillamente por borrar un día más de curro. —Me contestó.
—Es que los tachas y emborronas de una forma como si te hiciera daño verlos, recordarlos.
—No, tú sabes que no es así, una manía como otra cualquiera.
Recuerdo la canción de Karina que
dice: "hay días buenos y hay días malos y hay días que hace sol…" Sí, de todo hay en la vida. Pensando un poco en lo
que hace el compañero, se me ocurre que
no se puede tratar a todos los días por igual, no podemos tachar, poner la cruz, a todos de la misma manera. Hay días que merecen la pena ser recordados por su transcendencia para nuestra existencia, otros por nuestro hacer o sacrificio, otros por todo lo que nos rodeó y
los que nos acompañaron en aquellas jornadas,
otros por haber sido joviales, también otros, demasiados en la mayoría
de los casos, por sus tristes connotaciones. Haberlos hay hasta los que ciertamente apenas merece la
pena que queden, ni siquiera para el recuerdo, por no haber hecho nada sino simplemente vivir, o mejor vegetar.
Mi compañero, ya que dispone de rotuladores de
muchos colores, quizá debería tachar
cada día de un color de acuerdo a como
lo ha vivido. No tengo claro que color debe usar en cada caso, bueno solo en el
caso de esos días aciagos en que
despreciamos nuestra existencia sin apenas aprovechar nuestro tiempo y nuestras
facultades, esos sí que les podría
seguir tachando con el rotulador negro. Tendré
que sugerírselo.
No es justo juzgar un día por el
triunfo o fracaso que depara, ni por el sufrimiento o dolor que padecemos, sino
por la dedicación, entrega, sacrificio y saber estar en cada ocasión: cuando
toca trabajar y cuando toca descansar, cuando hay que reír y cuando hay que llorar, que sufrir. No confió en
que mi compañero me haga caso pero si lo
hiciera: ¡Ojalá que en su calendario hubiera pocos tachones negros!
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