Me contaba un paisano
del pueblo que cuando quería que una
noticia se corriera se la decía a cierta persona of de record: — Mira esto solo
te lo cuento a ti, por favor no se lo digas a nadie. — Puedes estar tranquilo, no
va a salir de mi boca. —Le contestaba. Cuanto con más seriedad me asegurara que
se lo iba a callar, me continuaba diciendo el hombre, yo sabía que antes lo iba a cascar, que no
iba a tardar ni cinco minutos en poner pies en polvorosa para aliviar su
secreto.
Después de "Les voy a contar" su primer libro, publicado en 2012, José Bono (Pepe-Bono para sus amiguetes políticos), ha presentado su segundo libro: "Diario
de un Ministro", en el que continúa con
sus historietas de lo que vivía, escuchaba y observaba, cuando estaba en dicho cargo. Se
puede pensar que la agenda de un ministro necesitaría más horas de las que tiene el día para cumplirla pero
parece ser que a él siempre le quedaba un hueco para anotar todos los
tejemanejes de cada jornada. Está bien lo de la libertad de expresión, pero no
está reñida con la elegancia y saber estar de las personas, máxime cuando han
ocupado cargos de tanta responsabilidad. Me parece poco ético desvelar secretos, chismes, y batallitas tan recientes.
Si todos los políticos retirados o medio aparcados se dedicaran a escribir literatura basura de lo que han vivido en sus cargos, esto se convertiría en algo irrespirable, aunque a este señor le vendría bien que alguien le respondiera con la misma moneda. Se le ha pagado y muy bien en sus cargos, ¿Por qué pretende seguir sacando rentabilidad de ellos?
Si todos los políticos retirados o medio aparcados se dedicaran a escribir literatura basura de lo que han vivido en sus cargos, esto se convertiría en algo irrespirable, aunque a este señor le vendría bien que alguien le respondiera con la misma moneda. Se le ha pagado y muy bien en sus cargos, ¿Por qué pretende seguir sacando rentabilidad de ellos?
Dice ser católico, pero siendo
Presidente del Congreso, no recibió un millón de firmas en contra del aborto. Llamó en tono despectivo calvo al director de un periódico, que
ciertamente lo es, pero él también lo sería si no se hubiera injertado pelo; de risa. Va dando sermones en
todos los aspectos de la vida, desde su púlpito de narcisismo. Este
malabarista se ha retirado de la política tropecientas veces volviendo
otras tantas al redil. Credibilidad creo que tiene muy poca o ninguna.
Me pregunto qué le puede más a este
señor, si su megalomanía por estar siempre en el candelero o el dinero. En su
afán de correveidile, le puede pasar, si no le pasa ya, que le utilicen de
correo, como a la persona de mi pueblo que todo lo cacareaba aunque dijera que
no saldría de su boca.
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