viernes, 6 de marzo de 2015

Dinero, más dinero

Había en un pueblo de nuestra zona unos solterones  con bastantes tierras que trabajaban mucho: mucha remolacha, mucho cereal, mucha cría de jatos; total que eran una máquina de hacer dinero, que tenían depositado en el Banco de Bilbao. Llevaban una vida monacal solo que su lema en vez de trabajo y oración, era trabajo y trabajo. Un empleado del Banco de Vizcaya les habló de pagar unos intereses un poquito mayores de los que recibían y cuentan que estuvieron una mañana entera llevando fajos de billetes de un banco al otro y eso que los dos estaban en la plaza de Santo Domingo.

Tenia dinero para asar una vaca.
Eran trabajadores, honrados, no se metían con nadie, pero recibían críticas y desprecios por doquier: que si no pisaban el  bar, que si eran unos tacañones,  que si vivían en la miseria; parecía que fueran los culpables hasta de la muerte de Manolete cuanto lo único que hacían era trabajar y producir mucha carne, mucha remolacha y mucho trigo para alimentación de cientos, miles de personas. Murieron de viejos trabajando prácticamente hasta el último día. Creo que tenían por ahí algún sobrino que a buen seguro se frotaría las manos cuando viera lo que le habían dejado.

No seré yo quien juzgue y mucho menos condene la actitud de estos hombres, aunque no esté nada de acuerdo con su enfoque de la vida, no obstante me hacen recordar a todos esos que también van en pos del dinero a costa de todo,  mejor dicho, a costa de todos, con robos desfalcos engaños y atracos a "mano tendida".  A estos sí que me atrevería a decirles unas cuantas lindezas aunque no merece la pena. Es que además hace falta ser necio cuando se tiene todo, también dinero en extrema abundancia como Urdangarín,  Bárcenas, Lanzas (el que decía su madre que tenía dinero para asar una vaca) y tantos otros,  ser necio y mentecato para seguirse manchando por dinero y acabar, como debe ser, en la cárcel en la mayoría de los casos.

¡Hay el dinero, el dinero! Es bueno, incluso necesario hasta un nivel.  Menos mal que no todo se compra con dinero, mejor dicho las cosas más importantes como tantas que nos brinda la naturaleza,  el amor, la amistad,  la salud;  no solamente no se compran sino que con frecuencia el dinero es perjudicial para estas. 

Parece que  aquellos solterones que tenían tanto dinero en el banco producirlo no les afectaba negativamente a su salud, porque murieron con las botas de trabajo puestas,  sin embargo  hay quien se pasa lo mejor de la vida haciendo dinero a costa de lo que sea, incluso de la salud, dinero con el que después  se intenta arreglar los estropicios. Cada cual es libre de poner prioridades, de luchar por los fines que considere que merece la pena. Lo malo es cuando el egoísmo y la ambición desvían esos ideales y lo terrible que para conseguir lo que sea se salten las más elementales barreras de convivencia llegando incluso a cometer delitos.

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