lunes, 20 de abril de 2015

Eran más de 700


Hace un día espléndido, un sol radiante, la naturaleza explota entusiasmo a raudales por todas partes,  los animales, las plantas se llenan de colores, de ansias de alegría, de supervivencia, de proyectos de nuevos frutos, nuevas plantas, otras vidas.  Hay un cielo refulgente abrazando  todo ese  estallido de primavera. Como si la madre Tierra nos invitara a estar  a tope, como si solo pudiera haber cosas buenas, pero la vida sigue con todas sus consecuencias: alegría y dolor, amor e indiferencia, amistad y enfrentamiento; al final, vida y muerte,  como esos 700 emigrantes que perecieron en el mar en su afán de buscarse un porvenir.
Imagen de la tragedia.  Periódico  El mundo
Y ahora sí, ahora un par de días nos diremos que no puede ser, que hay que hacer algo. Unos que dicen que es cosa de toda Europa, otros  que el problema es mundial y ha de intervenir  la ONU, otros que los estados, los gobiernos han de solucionarlo. Siempre intentado tirar balones fuera. No, no creo que sea problema  solo  de los gobiernos de Italia o España, de la Unión Europea o de la ONU.  La situación es mucho más grave, tanto que nos afecta a todos y nos deberíamos involucrar personalmente mucho más sin pretender endosárselo todo a las instituciones.
Los gobiernos, las instituciones,  han de ser pioneros en afrontar e intentar resolver los problemas  de los ciudadanos, para eso les pagamos, pero estos también pueden y deben hacer algo más que criticar y pedir. Solo cuando nos afectó un caso de Ébola, que por suerte no llegó a ser mortal,  la gente se acordó de que en  África, a pocos cientos de kilómetros, por la misma infección se morían por miles, pero desde que se resolvió aquí el problema, de dicha enfermedad,  apenas hemos oído hablar más. Es lo fácil, siempre descargar todo en los gobiernos, en los demás.  Aquí hay  señores como Verstrynge ex Secretario General de AP o  el Gran Wyoming presentador famoso  de las Sexta que tienen  la osadía de criticar y pedir al gobierno  que resuelva  el problema de una vivienda digna para todo mortal mientras ellos poseen más de una decena de estas. Y hay mucha gente que sigue, oye, aplaude y corea  a "predicadores"  como estos y otros muchos parecidos.  Con discurso y mentalidades así: ¿Dónde podemos llegar?
Que este planeta azul, esta Tierra es de todos y sus recursos también y no está bien que a  unos les sobre tanto y otros les falte lo más elemental.  Vale  que se critique que aquí hay personas que no pueden pagar calefacción pero  mucho más acordarse de que mueren cada día 10.000 niños de hambre en el mundo,  de tantas personas que  encuentran la muerte en  busca de un cacho pan. Así que lo primero, además incluso por egoísmo, si no queremos  que nos "invadan"  es que  todos, en la medida que podamos, les devolvamos algo de lo que les pertenece. Para empezar no estaría de más que nos rascáramos el bolsillo un poco más.         
 
Pensaba hablar del cielo azul, la primavera, y he acabado como D. Ramón, el antiguo, peculiar y admirado cura de mi pueblo, echando un sermón…  Perdón por las molestias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario