El gran novelista británico Rudyar Kipling famoso sobre todo por su "Y serás hombre hijo mío si", dijo a propósito de los amigos: "No hay mayor placer que de encontrar un viejo amigo, salvo el hacer uno nuevo." Caminaba por la acera cuando en la de enfrente me pareció ver a un viejo amigo. Me quedé parado mirándole fijamente. Efectivamente allí estaba. También a él le costo un poco advertir mi presencia. Puede que por esas casualidades y cosas de la vida, hiciera más de diez años que no nos veíamos. Repasamos juntos en el bar más cercano cosas de nuestras familias y nuestras vidas y quedamos en la promesa de vernos con más frecuencia.
Tengo y distingo como tres clases de amigos:
1.- Los que podríamos llamar íntimos, que son esos muy pocos, contados con los dedos de una mano, con los que uno guarda una relación más o menos fluida y a los que primero acude si los necesita.
2.- Después vienen esos, también poquísimos, con los que en un tiempo se estuvo cerca, se convivió con ellos y que no se sabe porqué surgió con ellos un feeling especial. Las vida parece que les separa pero la hora de la verdad sabes que están ahí y que puedes acudir a ellos con confianza.
3.- Por último están los amigos de andar por casa, digamos que son muchos más. Esos con los que por el trabajo la vecindad, el ocio... te ves con frecuencia y que abusando del lenguaje te dicen y les llamas amigos, que en realidad no lo son. No están en la lista de los que abordarías en un momento dado porque sencillamente no te inspiran confianza. Más que amigos son: amiguetes, amigos de ocasión y de barra de bar.
Dice un proverbio: "Recorre a menudo la senda que te lleva a ver a tu amigo, no sea que la maleza te impida ver el camino". Matamos el tiempo en programas de televisión y demás pasatiempos y divertimentos sin provecho y nos resulta a veces complicado buscar un día y una hora para ver, charlar y estar con esos buenos amigos como el que el otro día reencontré. Son amigos que, como apunto, no necesitan atenciones especiales para estar ahí, pero merece la pena aunque solo sea por no perder ese poso, esa sensación agradable, que su compañía nos brinda.
Así que yo ya estoy deseando que llegue el día en que quedamos para poder estar largo rato, sin agobios y sin prisas con ese amigo tan especial. ¡Son tantos años perdidos! ¡Tenemos tanto de qué hablar!
2.- Después vienen esos, también poquísimos, con los que en un tiempo se estuvo cerca, se convivió con ellos y que no se sabe porqué surgió con ellos un feeling especial. Las vida parece que les separa pero la hora de la verdad sabes que están ahí y que puedes acudir a ellos con confianza.
3.- Por último están los amigos de andar por casa, digamos que son muchos más. Esos con los que por el trabajo la vecindad, el ocio... te ves con frecuencia y que abusando del lenguaje te dicen y les llamas amigos, que en realidad no lo son. No están en la lista de los que abordarías en un momento dado porque sencillamente no te inspiran confianza. Más que amigos son: amiguetes, amigos de ocasión y de barra de bar.
Dice un proverbio: "Recorre a menudo la senda que te lleva a ver a tu amigo, no sea que la maleza te impida ver el camino". Matamos el tiempo en programas de televisión y demás pasatiempos y divertimentos sin provecho y nos resulta a veces complicado buscar un día y una hora para ver, charlar y estar con esos buenos amigos como el que el otro día reencontré. Son amigos que, como apunto, no necesitan atenciones especiales para estar ahí, pero merece la pena aunque solo sea por no perder ese poso, esa sensación agradable, que su compañía nos brinda.
Así que yo ya estoy deseando que llegue el día en que quedamos para poder estar largo rato, sin agobios y sin prisas con ese amigo tan especial. ¡Son tantos años perdidos! ¡Tenemos tanto de qué hablar!
Pues recuerda que en tu trabajo también tienes algún amigo
ResponderEliminarNo necesito recordarlo: está ahí. Es un gran honor y un gran placer contar con "ese amigo".
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