lunes, 25 de febrero de 2013

España, una gran corrala.



Estábamos en la escuela del pueblo y D. Eulogio, el maestro,  explicaba la lección a los niños de 7 años; de repente uno extendió su mano hacía el techo y con voz potente dirigiéndose al educador dijo: ¡Señor maestro, mira una moca!  Todos nos echamos a reír, el maestro frunció el ceño y puede que dándose cuenta de quien se trataba cambio su cara a una sonrisa y continuó explicando.

Una gran corrala
Estos días viendo la televisión y más concretamente los telediarios, parecía que en este país lo más importante, casi lo único importante era el tema Urdangarín. Yo lo veía y no me lo podía creer. ¿Cómo puede ser que con las cosas que suceden todos los días en España y en el mundo, la mayoría o todas las televisiones se pongan de acuerdo para dedicar la apertura de sus telediarios a Urdangarín, Corinna y demás, dedicándoles alguna más de un cuarto de hora? Pero no solo los telediarios, también los sesudos debates de las noches. De los tiempos de la dictadura en los que los telediarios parecían el libro de visitas  e inauguraciones de Franco y sus ministros, pasamos a estos que los vividores y sinvergüenzas con sus dimes y diretes llenan todas las portadas. 

España se ha convertido en una gran corrala. Sale la gente al balcón de sus vidas para hablar todos del mismo tema, ese que las televisiones repiten machaconamente. Por supuesto: los chorizos y malhechores hay que perseguirles juzgarles y que cumplan su condena, pero no se les debería dedicar un minuto más de lo que eso conlleva, que se encarguen de ellos la policía y los jueces. Hay cosas mucho más importantes para dedicar 15 minutos en un telediario, o un debate: soluciones contra el paro, la malnutrición, el hambre, la educación, la salud, la familia, la ciencia. etc. etc.

No hagamos lo que aquel niño que se entretenía con la mosca mientras el maestro explicaba la lección.  No dejemos que el tiempo se escape entre Corinnas mientras desatendemos temas mucho más importantes.


jueves, 21 de febrero de 2013

Con el rabo entre las patas



El otro día en el pueblo, estaba un mastín leones tomando el sol tranquilamente tumbado  en la calle, pasó a su lado un pointer alemán de caza que se le quedó mirando y  comenzó a ladrarle sin ton ni son. El mastín parecía no hacerle caso y le echó una mirada como diciendo déjame en paz y no me molestes, pero el perro más pequeño seguía en sus trece  ladrando y pinándose  sobre las patas traseras haciendo gestos de furia contra el otro. Parecía que ya se estaba cansando el que estaba tranquilo con su siesta al sol y lanzó un pequeño ladrido con un movimiento pausado de mandíbula, pero nada el otro seguía con su instiga sin cesar. De pronto el mastín se levantó furioso enseñó sus fauces y con un gran ladrido dio una zancada  hacía el de caza,  este metió el rabo entre las patas y poniendo pies en polvorosa se perdió rápidamente.

En el debate de ayer el señor Rubalcaba comenzó ladrando con sus frases retóricas y sus eslóganes  de charlatán, se pinaba aunque no tuviera  motivos porque los pobres argumentos que aducía se disolvían en cuanto uno hiciera un poco de memoria,  pero él seguía ladrando  y encrestándose los pelos, aunque tenga  pocos y apelando al populismo y al sentimentalismo para amedrentar al otro. ¡Ah!,  pero salió Rajoy a la réplica y le enseñó sus armas, sus argumentos: su partido ha sido condenado,  ustedes dejaron España en la ruina, tuvieron años para resolver lo de los desahucios y no hicieron nada, etc. etc.  Ahora ver las caras desencajadas del trio Rubalcaba, Soraya, Valenciano, daba casi pena, miradas perdidas, parecían estar diciendo: tierra trágame. 

No quiero decir con esto que el PP sea el bueno y el PSOE el malo, que uno lo haga todo bien y el otro todo mal. Todos tienen cosas buenas y cosas malas, los dos incluso tienen corrupción.  Uno tiene el caso Bárcenas,  el otro el caso de los ERES, uno la Gurtel, el otro el caso Campeón etc. etc. Pero claro lo que no se puede hacer es cuando  solo se dispone de  balines, atacar al que tiene posta, cuando uno está en inferioridad de condiciones  ir con ladridos  al adversario; porque suele pasar que le plante cara y tenga que salir con el rabo entre las patas.