lunes, 11 de febrero de 2013

Hojarasca



Me contaron que Meterio el de mi pueblo allá por los años treinta del siglo pasado, en las fiestas  y verbenas de los pueblos que solían ser en plazas o  prados rodeados de árboles, con frecuencia se subía a uno de ellos y lanzaba sus mítines al público asistente.  Al tal Meterio todo mundo le tenía por loco, pero lo cierto es que cuando se encaramaba a la palera y empezaba a hablar, los tamboriteros de entonces paraban ya que la gente pasaba de la música y el baile porque para ellos ahora lo prioritario era atender al orador. Según dicen  se metía con todo bicho viviente pero con eso de que estaba pasado nadie  tomaba en cuenta sus insultos. A veces incluso dicen, que hasta decía alguna cosa razonable, puede que por equivocación.  Lo cierto es que el  espectáculo que ofrecía atraía a la gente mucho, más  incluso,  que bailar un pasodoble con su pareja.


Como dicen aún en mi pueblo: sigue habiendo mucho Meterio.  Sí, ciertamente tienen razón. Hay mucho vividor que se encarama en las atalayas de los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, internet etc.,  para lanzar su tracas de hojarasca huecas, rocambolescas, petulantes, muchas veces mentirosas, a veces, quien sabe si por confusión, con un algo de razón, como el tal Meterio,  aunque estos no tengan el justificante de estar  locos.  Y lo malo es que estos figurantes llegan a marear con su verborrea y corremos el riesgo de no distinguirles de los buenos oradores. Los que procuran servir  siempre  a la verdad,  aunque a veces les pueda perjudicar. Ahora que andamos por los días de carnaval, puede que como una comparsa más a toda esa gente  podríamos tratar.


 Los que en aquellos años, perdían de bailar con su novia/novio  por escuchar a Meterio,  puede que no se dieran cuenta que ese pasodoble con el encanto de ese día y esa hora no lo volverían a bailar;   como nosotros no volveremos a tener esas horas que nos puedan robar  esos predicadores de la vanidad y que muy bien en otras cosas podremos disfrutar y aprovechar.

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