La facendera comenzó a imponerse en las instituciones
medievales como servicios personales que
tenían que prestar los vasallos en favor del rey o señor. "Hascendera o facendera" es una palabra derivada del latín "facienda" (lo que ha de hacerse) y se refiere al
trabajo al que deben acudir todos los vecinos por ser de utilidad común. En el pueblo, hasta hace dos o tres décadas había hacenderas (cenderas para nosotros), como mínimo dos o tres al año: al comenzar el
verano para dejar los caminos preparados para el acarreo de la mies, al acabar
el invierno para reparar los destrozos causados por este, para limpiar las
pozas de riego en
primavera, para
cualquier otra actividad, en su caso, que los vecinos con su junta y presidente creyeran conveniente.
Previamente en un concejo
(reunión de vecinos) o también a la salida de misa del domingo habían
acordado el día oportuno, llegado el mismo se avisaba la hora a los participantes mediante el toque de
campanas para que se reunieran en la plaza del pueblo y desde allí ya
distribuir la gente y el trabajo. Había dos formas de cendera:
una que se acudía únicamente la pala o el azadón sobre el hombro y la
otra cuando se avisaba a algunos para que llevaran carro con la pareja de vacas o tractores
cuando ya les había. (Cenderas
sencillas y cenderas de carros con
pareja, que se decía).
Era un día distendido, donde normalmente nadie se herniaba por el trabajo,
aunque entre unos y otros se acababa haciendo lo que había que hacer. Mucha charleta, muchos dimes y diretes mientras se caminaba de
un lugar a otro con la herramienta al hombro,
muchas historias a veces repetidas
y para rematar casi siempre un escabeche, pan y vino, todo con tono alegre y distendido en
el teleclub de pueblo.
Vino la concentración parcelaria
y con ella buenos caminos que además el ayuntamiento se encarga de arreglar
pasando la niveladora de vez en cuando, también se asfaltaron la mayoría de las
calles, con lo cual se piensa que desaparecen los motivos que había hasta entonces
y se dejaron de hacer esos trabajos para la
comunidad del pueblo. Pero las cenderas además de su aspecto reparador, a veces también constructor, como cuando
construyeron el teleclub, eran un acicate de unión y convivencia de todo el pueblo,
siempre tendría que haber motivos para que las siguiera habiendo, además es que
los hay: 1.-Materiales en calles y
lugares que vendría bien una pasada y 2.-Humanos para reencuentro
y confraternidad del pueblo.
Hoy mientras estaba viendo por la tele en algunos poblados a sus vecinos con sus
palas quitando nieve, vinieron a mis recuerdos aquellas cenderas, pienso que es una pena que se vayan
perdiendo muchas de las tradiciones de nuestros pueblos, muchos de sus signos
de identidad y de convivencia, muchos de sus motivos de esparcimiento y alegría. ¡Que vuelvan las cenderas!
Hola Cefe
ResponderEliminarUna vezmás tengo que decirte que me encantan tus historias. Tienes un don para escribir.
Un abrazo amigo.