Hace un rato participaba en una
tertulia donde hablábamos de viajes y de trenes, todos quieren viajar. Hoy mis pensamientos se han vuelto andarines
y mi imaginación quiere volar por los andenes de la vida.
Sin ningún aviso nos montan al
nacer en el viaje de nuestra existencia
y sin permiso, solo la aceptación resignada a veces, nos dejan en el
apeadero final. La vida es un viaje, un
viaje sin retorno en el tiempo, en él se nos ofrecen numerosos caminos para llegar a nuestro destino. Los hay
más rápidos y más cortos.
Al destino final se llega a base
de pasar por numerosas estaciones y trayectos intermedios. Hay estaciones ineludibles para
llegar a ciertos destinos, la vida nos brinda la oportunidad de tomar el
billete hacía el destino que queramos. Es una posibilidad en teoría, luego
vendrán las dificultades en la mayoría de los casos. Cada día pone
trenes nuevos para nuevos viajes y cada día consciente o inconscientemente,
elegimos uno y desechamos todos los demás. La vida nos advierte en cada
estación; hoy es el último tren para llegar a tal fin, a la vez
que nos ofrece otros convoyes para llegar a otras metas.
A veces, siempre a veces, en las
estaciones hay grandes colas para un mismo destino y solamente los que están
bien posicionados y los que no guardan la cola, los sinvergüenzas, se hacen con
billete para ese tren. Ya subidos a él, hay
gente que cede su asiento, incluso su puesto, a los que lo necesitan más y pone
en peligro sus fuerzas y su llegada. El jeta siempre tiene más posibilidades de llegar y de llegar antes, a
muchos destinos importantes.
Estación de León. (Diario de León) |
Siguen los días y nos siguen
ofreciendo viajes de cercanía, preámbulos de largos viajes y de cuando en cuando perdemos últimos trenes para destinos grandes.
Puede no ser tan nefasto perder uno de esos trenes si todavía nos damos cuenta que pueden quedar trayectos para destinos felices, quien sabe si tanto o más como los que perdimos ya.
También es posible llegar a un mismo destino por diferentes parajes, después de haber llegado el trayecto ya será irrelevante.
Trayectos buenos, malos. Destinos
de un gran destino o de un enorme desatino. Por fin el DESTINO FINAL, y un árbitro
para analizar toda la marcha, para juzgar todo ese camino. Penalizará a los que no han jugado limpio,
bonificará a los que por amor o respeto se han quedado atrás y pondrá ya en la
meta a cada uno EN SU LUGAR.
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