Decía el maestro de mi pueblo, D. Eulogio, que aunque la respuesta fuera la misma cambiaba totalmente el tono y el sentido según que la pregunta fuera
donde vas o de dónde vienes. —¿Dónde vas? —Voy de fiesta. —Contestaba uno con
voz firme, exultante y alegre. — ¿De dónde
vienes? —Vengo de fiesta. —Respondía ahora con voz débil y quebradiza,
triste y apesadumbrada.
Estamos a 31 de julio, mañana
empieza el mes más vacacional y unos cuantos, entre los cuales me encuentro,
podremos pasar el mes "lejos" de nuestro trabajo y rutinas habituales. Se acaba la jornada laboral apagamos las
máquinas y así continuarán sin contar más horas de funcionamiento hasta que a
la vuelta las volvamos a enchufar. Sin embargo uno por mucho que se vaya de
vacaciones no puede parar las horas, el tiempo sigue inevitablemente su curso con alegría o con tristeza, con faena
o sin ella, bien o mal; nunca podremos dar al interruptor para parar y
volver a darle para seguir como hacemos con las máquinas.
Mientras se está vivo en
cualquier situación; el corazón sigue latiendo, la cabeza continúa viendo pasar todos los
pensamientos, el cuerpo con su cadencia fisiológica, la vida… sigue. Por eso aunque se
esté de vacaciones, ya que continuamos
con el motor encendido, tal vez sea la mejor oportunidad para vender el tiempo
de una manera especial. Sí, para "aprovechar", no para "espatarrarse" y dejarlo pasar.
Espatarrarse también puede ser provechoso |
Nos decía el maestro que no se anuncia uno lo mismo cuando va de fiesta que cuando viene, tampoco los ánimos están igual cuando se
comienzan las vacaciones que cuando se terminan. Ánimos también para los que no tengan vacaciones
o lo estén pasando mal. A pasar el mes
lo mejor que se pueda porque en septiembre hay que volver con las pilas
cargadas.
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