lunes, 26 de septiembre de 2016

De nuevo el otoño

Llegó el otoño, un otoño más para una vida cualquiera. Otoño de gentes que se van cruzando en su existir. Otoño que se acopla a vidas que se acaban y que planea sobre las que cabalgan con fuerza. Otoño que huele a melancolía aderezada con tristeza para unos  y  mezclada con  gozo para otros. Una época del año que viene envuelta en papel amarillento, que al abrir se puede volver más oscuro o claro, según el  destinatario y el momento.

Hoy quisiera que este otoño reflejado en los colores de las hojas que se van cayendo, en  los áridos campos, en los negruzcos nublados y humos, en el cambio de vestimenta y de hábitos, en los primeros catarros; quisiera que cambiara también nuestras vidas, casi no sabría decir si para bien o para mal… es todo tan relativo.  Al albor de estas tardes otoñales quisiera, de nuevo, que nos ocupáramos de lo importante y olvidáramos lo insustancial. 

Muchas veces, demasiadas, desde este blog, me dedico a criticar, incluso a denostar; hoy quiero olvidar ese lenguaje, quiero  pedir perdón a quien haya podido causar el más mínimo daño o desasosiego, quiero ver el lado bueno de la gente, de la buena gente y de la que no es tan buena. Quiero pensar en la comprensión, en la ternura.  Quiero recordar que en esta vida hay para todos penas y alegrías, todos tenemos aciertos  y fallos, humanos al fin  y al cabo. Hoy no quiero llevar cuentas con balances negativos.

Tal vez, si es que lo intentamos, el otoño puede inundar de bien nuestros hatillos. Otoño para detenerse sin complejos y pensar en lo que de verdad merece la pena para afrontarlo de cara, sin miedo. Otoño para vernos más, para que mientras caminamos y hablamos se detenga el tiempo.    

Han debido ser la canción que suena de fondo,  "Cerca de las estrelas" de los Pekenikes y esta melancolía del otoño los que me han impulsado a escribir esto. Otoño para comprendernos, para vivir más cerca de los otros; otoño para querernos.



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