jueves, 8 de septiembre de 2016

Sacando las castañas

A los pocos días de entrar a trabajar en mi empresa, hace ya muchos años, un compañero muy veterano me dijo: tú aparte de lo que por tu puesto tienes que ver y saber; cuando te pregunten por algo más, no  sabes nada. Sigue esta técnica y créeme que te irá bien. Y mirándolo fríamente la verdad es que tenía razón. Yo mismo me daba perfectamente cuenta que cuando no seguía su consejo era cuando los problemas y los "tortazos" podían venir de cualquier parte.
No me dijo que hiciera la pelota o que mintiera, simplemente: yo no he visto nada, yo de eso no sé nada. El problema es que también pronto me percaté que ese comportamiento un tanto conformista me podía traer tranquilidad, pero no era una tranquilidad, una paz total, porque para mis adentros a veces quedaba bastante defraudado tanto cuando tapaba una verdad como cuando, por callarme, podía amparar una mentira. Así  que aun agradeciendo al consejero por su indicación al silencio y sabiendo que más de una vez me buscaría y traería complicaciones, como así ha sido:  pronto volví a abrir mis ojos y mis oídos a la realidad y sobre todo a ayudar, cuando mereciera la pena; a desenmascarar la mentira y buscar la verdad.

Hay mucha gente, demasiada, que se calla ante el engaño, la maldad, la injusticia; sobre todo cuando a ellos no les afecta. Por supuesto que no se  trata de ir de Quijotes por la vida. Es comprensible y probablemente hace muy bien el que ante un hecho concreto evita el encontronazo, si con ello ve en peligro su bienestar o el de su familia. El problema es cuando por norma, no sea que… se calla, se consiente ante casi todo, cuando se pretende que sean siempre los demás los que nos saquen las castañas del fuego. No estoy pensando en huelgas, o grandes movimientos sociales; me refiero a ese día a día en el que tantas personas prescinden de sus principios con tal de evitar el más mínimo encontronazo o incomodidad.

Gran activista y defensor de los derechos humanos de la raza negra
El gran pensador hinduista Gandhi decía: lo peor, lo más feo de las cosas malas que hace la gente, es que la gente buena no lo diga, que se quede callada. Timidez, ignorancia, comodidad, egoísmo; ¿Cuál es el motivo que nos hace mudos en tantos casos de injusticia? Tampoco se trata de apelar a viejas frases de aquellos héroes que decían preferir morir con dignidad a vivir como un cobarde, o como la guasa de aquel: primero morir que perder la vida. Hay muchas veces que conviene, como dice otra; saber nadar y guardar la ropa. Es buena la precaución y el respeto, incluso el miedo  a veces, si no se apoyan en el bando de la injusticia y la cobardía. Si es que la gente corriente, como decía otro: Ni tanto, ni tan calvo.





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