Cuenta
la Biblia en el Génesis que en aquel momento todos los hombres hablaban una
misma lengua y se dispusieron a construir una torre que llegara hasta el cielo.
El Señor vio la vanidad de aquellas gentes y les castigó haciéndoles hablar
lenguas distintas, a partir de lo cual ya solo había confusión, entonces se dispersaron
y dejaron de construir la ciudad y la torre de Babel.
Hace
unos meses escribía en este blog que era bueno que irrumpiera Ciudadanos en el
panorama de los partidos para que pudiera ser decisivo a la hora de investir
candidatos, formar gobiernos, promulgar leyes y así no se dependiera tanto de los partidos nacionalistas
y secesionistas. Lo comenté antes de las
elecciones, ahora ya veo cuan equivocado estaba. El embrollo que se traen entre todos: izquierdas, derechas,
centro, nacionalistas, populistas, y demás
vividores que pululan por la vida
política, sin ser capaces de formar un gobierno, es verdaderamente para pensar si esa gente,
independientemente de que sean buenos o
malos, competentes o incompetentes; están bien de la azotea.
Todos
hablan de querer ayudar a los más pobres y débiles pero, o son muy cortos o
deberían darse cuenta que no tener gobierno tiene consecuencias negativas,
sobre todo económicamente y estas los
que más las sufren son precisamente esos a los que presumen defender. Es cierto
que el rico perderá mucho más pero también tiene mucho más para capear el
temporal, mientras que el que anda a las tres menos sesenta, con poco que le afecte se le puede llegar a
tambalear su margen vital. Y oye como si
tal, como si no pasara nada; ellos
siguen con sus razonamientos partidistas y mezquinos dejando que corran los
días. Ahora parece que están a la espera de ver que ocurre en las elecciones
vascas y gallegas. ¿Pero qué es esto?
Además,
vuelvo a repetir, o son muy cortos, o deberían darse cuenta que los españoles
ya les han dicho lo que quieren, que no se
trata de nuevas elecciones porque volvería a seguir el mismo problema independientemente de que unos
sacaran algún escaño más y otros alguno menos. Pero entonces: ¿A qué están
jugando? Pues nada por más increíble que pudiera parecer, estamos en lo que
estamos: nueve meses sin gobierno y de momento sin el mínimo atisbo de que a corto
plazo esto cambie.

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