martes, 18 de octubre de 2016

Caseros de Hacienda

Antes en los pueblos solía haber varías clases sociales: los "ricos" que junto con el cura y el  maestro ocupaban la escala más alta, después estaban una "mayoría del montón" que a duras penas iba viviendo con mucho trabajo, en casi todos solía haber algún "pobre de solemnidad" que con la ayuda de los vecinos iba tirando para adelante.  Los ricos solían tener  a su servicio "criados" que vivían con sus amos   con dedicación plena, también, aunque no siempre, existía la figura del "casero", que a diferencia del  criado, en  este caso era toda una  familia la  que vivía en casa del amo.

El criado solía ser ajustado por una exigua cantidad anual que en los años sesenta con dificultad podía llegar a las 20.000 pesetas. En cambio la relación económica  casero-amo no era una cantidad fija, el  trato solía estar en un porcentaje, en muchos casos del 50% tanto  en ingresos como en gastos que de la hacienda derivaran, donde  solo el trabajo era todo  para el pobre inquilino.

Efectivamente el trabajo era siempre para los mismos y como mucho los amos se limitaban  a mirarlo en una actitud desvergonzada y déspota en ocasiones. Pero por cuantas había una vez en que los amos se acercaban  a ayudar a sus caseros.  ¿Cuándo  hacían esa excepción?  Pues cuando llegaba la faena de meter  la cosecha en sacos.  Efectivamente cuando el casero se disponía a hacer la última limpia, que entonces se llamaba acerandar el cereal, el amo acudía pródigo para ayudarle a envasar el material, de lo cual  para él sería la mitad.  Tampoco ahora tenía porque cooperar pero  sí que acudía raudo no fuera ser que el casero le fuera a engañar.    
Todos somos Hacienda pero unos más que otros

Con el Ministro de Hacienda, Montoro,  nos pasa  a los contribuyentes como al  casero con su amo. Intentamos trabajar, producir todo el año, sin que nadie se preocupe de nuestras dificultades y problemas,  pero  llega el momento que como los amos huraños, se acerca pero no para ayudarnos, para que le  rindamos cuentas hasta el último centavo. Y más vale que lo hagamos y que no nos confundamos aunque sea en una miseria porque si de ello se entera,  no habrá consideraciones, la pagaremos con creces junto con sus intereses.

A muchos de aquellos amos  lo que menos les importaba era el bienestar de la familia que sus fincas,  capital trabajaba,  sino lo que al final para ellos quedaba. Con Hacienda pasa lo mismo no intentes justificaciones o problemas para que comprendan tu caso, ellos solo saben de leyes y te las aplicaran sin ningún miramiento. Después hay quien se extraña y maldice a quien intenta  defraudar. Ya sabemos que se debe pagar, que de ahí sale el dinero para el estado del bienestar,  pero es que a veces hay  comportamientos del Fisco que dejan bastante que desear.

                                                                                                                                                                    

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