martes, 11 de octubre de 2016

prórrogas


En la calle La Serna hay  un  centro de hemodiálisis. A su puerta hay continuamente ambulancias que llevan a los enfermos para sesiones de dicho tratamiento. Con frecuencia paso por allí,  ayer había un conductor que conocía y me pare un poco a hablar. Más que en nuestra conversación  puse la atención en dos viejos que acababan de pasar por las máquinas, que salían  en camilla.  Me fijé en sus caras muy avejentadas y demacradas, los dos intentaban hablar pero apenas lo conseguían,  pero con todo ello sí que se les escapó, ante un comentario del transportista, una sonrisa.

Hay enfermos renales que con sus sesiones  de hemodiálisis llevan una vida con limitaciones,  pero normal,  aunque no debía ser el caso de estos. Yo después ya caminando pensaba: estos hombres y en ese estado es como si cada vez que se acercan al centro  fueran a pedir una prórroga para su vida de dos o tres días.  En el fondo  todos estamos en tiempos de prórroga  que la vida nos va dando en los más diversos casos: cuando salimos a flote de un accidente, cuando superamos aquella enfermedad, cuando estuvimos en peligro por tantas circunstancias sin ni siquiera saberlo.

El primer día del resto de mi vida, se  titula una novela de Jemma Forte, llena de emociones y contrastes. Es cierto cada día es el primero de lo que nos va quedando independientemente de lo vivido, hay que aprovecharlo. Nelson Mandela entró en la cárcel con 44 años, estuvo hasta los 71. De ser un preso pasó a ser presidente de Sudáfica.  Según confesó: en prisión se estuvo preparando para ello. Si estás dispuesto, si mantienes la ilusión y el espíritu puede que nunca sea tarde.

Debemos saber ser agradecidos por lo que tenemos y no por lo que nos falta. Agradecidos y preparados por lo que aún podemos hacer a pesar de las limitaciones que se puedan tener. Mejor que nadie lo sabemos. Podemos engañar a todo el mundo menos a nosotros mismos. Tampoco debemos dejarnos engañar por los demás, ni cuando nos halagan, ni cuando intentan hundirnos. Uno tiene que saber lo que le interesa en cada momento ser y lo que puede hacer sin miedos a prejuicios y opiniones. Mucho más importante que llevarse bien con los demás,  es llevarse bien con uno mismo.

Tiempos diferentes de un partido que es la vida, prórrogas incluso de días, como los viejos de la diálisis, que siempre hay que aprovechar, para lo que se pueda, también para una sonrisa.



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