Alguien cercano a mí me dijo ayer que en este blog había engañado con uno de mis últimos post titulado "otro otoño". Había engañado porque había copiado la
entrada que hace un año había dedicado también a esta estación. Si es cierto, según se mire puede que tenga
razón, porque así fue: es el mismo
comentario del año pasado. Es uno de los
tres o cuatro repetidos dentro de los
cerca de trescientos originales que llevo colgados. Nos has engañado, me decía,
porque, aparte de copiar, no se puede
escribir hablando de un otoño lo mismo que se dijo el año anterior porque cada
uno es diferente.
Así
es (me quedo con ganas de decir su nombre, pero sé que prefiere que lo tenga callado) cada otoño, cada año, cada vida, cada día; hasta
cada instante puede ser diferente. Diferente y a la vez igual. Hay otoños
lluviosos y secos, más o menos fríos…
cada uno visto climatológicamente es distinto.
Pero sobre todo es diferente para
las personas encaramadas a lomos de esta estación del año, porque las circunstancias
mandan siempre y cambian a menudo,
incluso sin que uno lo pretenda. Sin embargo, al menos para mí, también tienen
mucho los otoños de iguales. Otoños de
melancolía, de nostalgia, de días grises,
de fin de ciclo en muchos aspectos de la vida y de comienzo de otro año. Otoños de mi niñez
con el viento arañando las esquinas en las penumbras de la tarde, mientras los niños y las viejas íbamos al
rosario. Otoños de adolescencia, de comienzos de curso en un rígido y duro
internado, ráfagas de pensamientos que
mientras pienso se van cruzando. Otoños y más otoños acumulados por el tiempo
que han quedado muy grabados.
Cuando
pienso en el otoño así sin más, me pongo un poco triste pero es como si me
alegrara en esa tristeza, como si me sintiera más a gusto que en ninguno, en
ese estado. Prefiero la tristeza tranquila del otoño a la alegría desmadrada que
pueda venir del verano, los días de octubre grises y menguados a los soberbios
y soleados de mayo, las tardes otoñales amarillas a los ocasos de magma en el estío, prefiero pasar frío por no saber
que poner a tener como en invierno, que ir siempre abrigado. Mejor, en fin estar por fuera un poco triste, pero por
dentro alegre y sosegado,
Otoño de contrastes |
La
verdad es que solo pensaba hablar del otoño en mi primer párrafo y cambiar de
tercio, pero ya veo que me he enrollado. Aunque ahora que lo pienso esto me
puede servir para pedir disculpas a esas personas que me acusan de haber
copiado. Miro por la ventana: hojas secas y verdes, nubes y claros, monte y asfalto… Un otoño macerando. Como dicen en mi pueblo, cada estación tiene su aquel, su encanto; todo es cuestión
de saber buscarlo.
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