viernes, 7 de octubre de 2016

Otoño macerando

Alguien cercano a mí me dijo ayer que en este blog había engañado con uno de mis últimos post  titulado "otro otoño". Había engañado porque había copiado la entrada que hace un año había dedicado también a esta estación.  Si es cierto, según se mire puede que tenga razón, porque así fue: es el mismo comentario del año pasado.  Es uno de los tres o cuatro  repetidos dentro de los cerca de trescientos originales que llevo colgados. Nos has engañado, me decía, porque, aparte de copiar,  no se puede escribir hablando de un otoño lo mismo que se dijo el año anterior porque cada uno es diferente. 

Así es (me quedo con ganas de decir su nombre,  pero sé que prefiere que lo tenga callado) cada  otoño, cada año, cada vida, cada día; hasta cada instante puede ser diferente. Diferente y a la vez igual. Hay otoños lluviosos  y secos, más o menos fríos… cada uno visto climatológicamente es distinto.  Pero sobre todo es  diferente para las personas encaramadas a lomos de esta estación del año, porque las circunstancias mandan siempre y  cambian a menudo, incluso sin que uno lo pretenda. Sin embargo, al menos para mí, también tienen mucho los otoños de iguales.  Otoños de melancolía, de nostalgia, de días grises,  de fin de ciclo en muchos aspectos de la vida  y de comienzo de otro año. Otoños de mi niñez con el viento arañando  las esquinas  en las penumbras de la tarde,  mientras los niños y las viejas íbamos al rosario. Otoños de adolescencia, de comienzos de curso en un rígido y duro internado,  ráfagas de pensamientos que mientras pienso se van cruzando. Otoños y más otoños acumulados por el tiempo que han quedado muy grabados.

Cuando pienso en el otoño así sin más, me pongo un poco triste pero es como si me alegrara en esa tristeza, como si me sintiera más a gusto que en ninguno, en ese estado. Prefiero la tristeza tranquila del otoño a la alegría desmadrada que pueda venir del verano, los días de octubre grises y menguados a los soberbios y soleados de mayo, las tardes otoñales amarillas a los ocasos de magma en  el estío, prefiero pasar frío por no saber que poner a tener como en invierno, que ir siempre abrigado.  Mejor, en fin estar  por fuera un poco triste, pero por dentro  alegre y sosegado,

Otoño de contrastes
La verdad es que solo pensaba hablar del otoño en mi primer párrafo y cambiar de tercio, pero ya veo que me he enrollado. Aunque ahora que lo pienso esto me puede servir para pedir disculpas a esas personas que me acusan de haber copiado. Miro por la ventana: hojas secas y verdes, nubes y claros,  monte y asfalto… Un otoño macerando.  Como dicen en mi pueblo, cada estación tiene su aquel, su encanto;  todo es cuestión de saber buscarlo.




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