lunes, 17 de diciembre de 2012

Necesidad o dispendio



Dicen que vivimos en un mundo globalizado, en el mundo de la imagen y el marketing,  en el mundo de la publicidad; en el mundo del capitalismo y dispendio.  Un mundo que se asienta por tanto en la voracidad consumista, en la creación de nuevas necesidades cada día para la existencia, en la asociación de novedad con bienestar, vanguardia con adelanto, conservador con retrogrado.  Y como ocurre tantas veces cuando se llevan  las cosas al extremo no se corresponden con la realidad.


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¿Acaso es  más feliz el que tiene  teléfono, coche,  de última generación,  que el que no los tiene o los usa de  unos cuantos años?  ¿Es más feliz  el que navega todos los días en Internet, como yo mismo, que el que no ha entrado nunca? Pues viendo la cara y la vida de muchas personas diría que está claro que  no. Aunque tampoco por ello se ha de ser  infeliz. Creo que nadie sensato por muy conservador que sea, esté en contra de los avances y el progreso,  pero  eso no implica, ni mucho menos, ese afán consumista y de estar a la última para vivir mejor.


El aire que respiramos es transcendental  y resulta que no cuesta nada, el agua que bebemos es vital y también es o podría ser de regalo, el cariño que tantas veces necesitamos y otras tantas nos han dado, tampoco se compra. Tampoco, tampoco se compran: el cielo, el mar, la montaña, el campo, la ilusión, la armonía,  en fin la vida. 


Cierto es que la comida también es de necesidad y sí que se compra. No todo lo más importante  iba a ser de balde. Pienso que  sería bueno que pusiéramos prioridades  y  supiéramos aprovechar y valorar tantas y tantas cosas tan importantes y gratis. Todos hemos oído esta frase: no es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita. Y esta: El necio no aprecia lo que tiene hasta que lo pierde.

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