Y a la quinta fue la vencida. El humo blanco salía por la chimenea de la basílica de San Pedro anunciando al mundo un nuevo Papa. Caras de júbilo, alegría, algunas incluso soltando alguna lágrima. A los pocos minutos el Pontífice se asoma al balcón ataviado de sotana blanca y un crucifijo. Se le ve acobardado, despistado, como pidiendo perdón por atreverse a tanto. Es cierto, debió decirse a sí mismo, soy el nuevo Papa, y de su boca salieron las primeras palabras. Palabras de saludo, palabras de oración simple y sencilla, tanto como padrenuestro y ave maría. Primero por Benedicto XVI, el Pontífice Emérito, después por el mismo y todos los presentes y los no presentes.
Una vez más los pronósticos han fallado, casi nadie daba a el cardenal de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio como papable, pero cuando ha salido la opinión de la mayoría apunta que ha sido una gran acierto. Es un Papa sabio, humilde, luchador. Desde los 20 años vive con un solo riñón, pero no por ello ha mermado su afán de trabajo. En su biografía destacan los las notas de lucha contra la pobreza, la adversidad, la injusticia. La bohonomía y campechanía de Juan XXIII, el don de gentes de Juan Pablo I y II, la intelectualidad de Benedicto XVI; también se advierten en el nuevo Papa. Hay suficientes mimbres para que el Papa número 266, Francisco, sea un gran Papa y sin duda que lo será a pesar de los agoreros de siempre que pretenden que suceda lo contrario.
Desde este humilde blog, un poco ruborizados, como él lo estaba ayer, por atrevernos a tanto, le deseamos lo mejor, porque repercutirá en bien para todos, especialmente para los que somos católicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario