Ese día había muerto mi tía Justina y mi padre y yo nos encaminamos hacía su casa. La otra hermana de mi padre, la tía Luisa vivía al lado de la difunta y llevaba una temporada bastante enferma, sus hijos la sentaban a la puerta para que tomara el sol. Al pasar la vimos así que nos acercamos a ella. Después de unas palabras sobre su estado de salud mi padre la dijo: ya ves Luisa se nos ha muerto Justina. —Ya, ya; es verdad Justina ha muerto, bueno yo lo voy a dejar otro poco más. —Contestó ella, como si tal, con total normalidad.
Zapatero insistía hasta el final en decirnos que no había crisis, cuando casi todos la sentíamos y padecíamos, cuando por fin la reconoció enseguida vio brotes verdes que no lo eran o se secaron sin más. Total un desastre. Rajoy dice que lo peor ya ha pasado, que nos queda aún mucho y muy duro por andar pero que pronto empezaremos a crear empleo y a salir del atasco. No habla de vegetación, pero sí induce palabras de esperanza y confianza.
Mi querida tía Luisa, QEPD, decía que iba a demorar la hora de su muerte un poco más. Seguramente en su estado ni se daba mucha cuenta del alcance de sus palabras. Zapatero, no sé si se daba cuenta de lo que decía y pronosticaba, pero se engañó y nos metió en un buen pozo. Ahora Rajoy nos viene, con menos euforia, pero con mensaje de cambio y progreso, y uno ya con tanto fogonazo como ha llevado no sabe si se dará cuenta de lo que dice, si será verdad, o si se engañará o nos engañará, como ya nos han hecho tantos políticos, tantas veces más.
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