miércoles, 8 de mayo de 2013

Fritos a impuestos


Hasta los primeros años cincuenta del siglo XX en este país llamado España, existían los fielatos.  Eran unas casetas estratégicamente puestas en las puertas o murallas que rodeaban las ciudades, a la entrada, en las carreteras y caminos principales; donde un recaudador llamado consumero recaudaba la tasa o portazgo  a toda persona que llevara mercancías a la ciudad para comerciar.

Me contaron que el tío David, un señor de mí pueblo, se acercaba en su caballo a León, pero no con intención  de vender nada  sino más bien de comprar. Al llegar al fielato, que debía haber en Puente Castro, el consumero requisó sus alforjas y vio que además de  algo de comida, llevaba una botella de vino. El tío David le dijo que todo era su comida  para ese día. El consumero le contestó que la comida pasaba pero que el vino no y tendría que pagar.
—Pues el vino también tiene que pasar.
—El vino no pasa. —Contestaba el consumero.
—Te digo que pasa.
—Que no pasa.
—Sí pasa. —Insistía el tío David.
—Que no pasa. —El consumero, ya bastante mosqueado.
El tío David abrió la botella de vino allí mismo y  de dos tragos se la ventiló.
—¡Qué, pasa o no pasa! —Le dijo al consumero después de vaciarla para su estómago. 
Y pasó, ya lo creo que  pasó.

Los impuestos siempre han estado a la orden del día, muchas veces injustos y abusivos. Sin duda hoy más que nunca son necesarios si queremos tener un estado que cubra unas  necesidades y unos márgenes de bienestar,  aunque a los  ciudadanos no nos guste.  Lo grave es cuando se pretende abusar del contribuyente, poniéndole, en algunos casos, al límite de la subsistencia. Entonces la gente, como es lógico se rebela.

Este gobierno nos está friendo a impuestos. Dicen que son necesarios si queremos salir del  atolladero, pero antes que nada hay que vivir cada día y cuando no se llega a fin de mes y encima  el estado te atraca, no creo que a muchos se les cree un problema de conciencia, de ética o de moral, si tienen ocasión, de escaquearse de algún impuesto. Crecerá la economía sumergida y recaudarán menos. Como el tío David, de mi pueblo, también hoy tenemos nuestro sentido de la medida y la justicia.


Begoña: Mercería y lencería. Atención y precio a su servicio.
En el cruce de la C/. Serna con  C/.San Pedro.

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Seriedad, economía y eficacia.

Hostal, mesón el Gallo, Mansilla de las Mulas. 
El placer de lo bien hecho.- Pollo campero criado por Grabiel -

1 comentario:

  1. Cabe añadir a tu reflexión que es cierto que los impuestos son necesarios para tener un estado de bienestar social. Pero, si grave es que abusen de nosotros poniéndonos en ese límite que citas, muy grave es también que ese estado se esté destruyendo y no sepamos donde van a parar dichos impuestos.
    Cabecitagordita

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