Hasta los primeros años cincuenta
del siglo XX en este país llamado España, existían los fielatos. Eran unas casetas estratégicamente puestas en
las puertas o murallas que rodeaban las ciudades, a la entrada, en las
carreteras y caminos principales; donde un recaudador llamado consumero
recaudaba la tasa o portazgo a toda
persona que llevara mercancías a la ciudad
para comerciar.
Me contaron que el tío David, un
señor de mí pueblo, se acercaba en su caballo a León, pero no con
intención de vender nada sino más bien de comprar. Al llegar al
fielato, que debía haber en Puente Castro, el consumero requisó sus alforjas y
vio que además de algo de comida,
llevaba una botella de vino. El tío David le dijo que todo era su
comida para ese día. El consumero le contestó que la comida pasaba pero que el vino no y
tendría que pagar.
—Pues el vino también tiene que pasar.
—El vino no pasa. —Contestaba
el consumero.
—Te digo que pasa.
—Que no pasa.
—Sí pasa. —Insistía el tío David.
—Que no pasa. —El consumero, ya bastante mosqueado.
El tío David abrió la botella de vino allí mismo y de dos tragos se la ventiló.
—¡Qué, pasa o no pasa! —Le dijo al consumero después de
vaciarla para su estómago.
Y pasó, ya lo creo que pasó.
Los impuestos siempre han estado
a la orden del día, muchas veces injustos y abusivos. Sin duda hoy más que
nunca son necesarios si queremos tener un estado que cubra unas necesidades y unos márgenes de bienestar, aunque a los
ciudadanos no nos guste. Lo grave
es cuando se pretende abusar del contribuyente, poniéndole, en algunos casos,
al límite de la subsistencia. Entonces la gente, como es lógico se rebela.
Este gobierno nos está friendo a
impuestos. Dicen que son necesarios si queremos salir del atolladero, pero antes que nada hay que vivir
cada día y cuando no se llega a fin de mes y encima el estado te atraca, no creo que a muchos se
les cree un problema de conciencia, de ética o de moral, si tienen ocasión, de escaquearse de algún impuesto. Crecerá la economía sumergida y recaudarán
menos. Como el tío David, de mi pueblo, también hoy tenemos nuestro sentido de
la medida y la justicia.
Begoña: Mercería y lencería. Atención y precio a su servicio.
En el cruce de la C/. Serna con C/.San Pedro.
Transportes del Río -Isaac y Alvaro- Transportes Gelo.
Seriedad, economía y eficacia.
Hostal, mesón el Gallo, Mansilla de las Mulas.
El placer de lo bien hecho.- Pollo campero criado por Grabiel -
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Cabe añadir a tu reflexión que es cierto que los impuestos son necesarios para tener un estado de bienestar social. Pero, si grave es que abusen de nosotros poniéndonos en ese límite que citas, muy grave es también que ese estado se esté destruyendo y no sepamos donde van a parar dichos impuestos.
ResponderEliminarCabecitagordita