jueves, 15 de mayo de 2014

Vidas rotas por todas partes

No era Isabel Carraco una persona con la que servidor estuviera muy de acuerdo en sus actuaciones como se puede comprobar en este blog donde la he criticado en alguna ocasión, ello no obsta, como es natural, para  que como persona tuviera todos mis respetos además de la repulsa al cruel asesinato. 

Al día siguiente del crimen, mientras su cuerpo era velado, haciendo zapping ya vi en algunas televisiones, concretamente en la Sexta y 4, comentarios e historias negativas, como pretendiendo degradar la imagen de la fallecida. Empezaron también el mismo día de su muerte los  twitters, como los de dos concejales socialistas gallegas, poniendo a caldo a la hasta entonces Presidenta de la Diputación y apuntando hacia otras personas para el mismo fin. Las siguientes jornadas Internet se ha llenado de comentarios barriobajeros, nauseabundos, deplorables; de gentuza que se alegra de lo ocurrido, e incita a seguir por el mismo camino.

Lo hemos oído muchas veces: la condición humana es capaz  de los más grandes prodigios y de los hechos más mezquinos, solo así se explica que personas  que ni siquiera conocieron a la difunta personalmente,  como sucede con los autores de la mayoría de esos comentarios, destilen tanto odio hacia ella. Parece ser que se puede dar con los autores aunque en la mayoría de los casos se escondan en el anonimato, pero con la ley en la mano se puede hacer muy poco contra ellos, así que surge la polémica de si crear legislación para que todos estos hechos puedan ser punibles. He oído a algunos que aseguran que con una sanción de dos o tres mil euros se cortaba esto radical, también a quien dice que se podría coartar la libertad de expresión.

Todos esos que se alegran de la muerte de una persona por la acción de otra, se tendrían que dar cuenta que además de la gran desgracia para la asesinada y su familia, hay otra u otras personas, las autoras de los crímenes,  que arruinan sus vidas; aunque solo fuera por estas últimas no deberían aplaudir e incitar a estos actos.

Y es que en un país donde hay regiones en que se educa a los niños en el odio en lugar del respeto,  donde se pretende que el  ideario de partido esté por encima de la idea personal, donde hay demasiada gente que se cree mejor que nadie y en posesión de la verdad; como no seamos capaces de cambiar todo eso y más, no sé  hasta qué punto de hechos como los apuntados nos tendríamos que extrañar.







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