jueves, 24 de septiembre de 2015

Otro otoño


Llegó el otoño, un otoño más para una vida cualquiera. Otoño de gentes que se van cruzando en su existir. Otoño que se acopla a vidas que se acaban y que planea sobre las que cabalgan con fuerza. Otoño que huele a melancolía aderezada con tristeza para unos y  mezclada con  gozo para otros. Una época del año que viene envuelta en papel amarillento, que al abrir se puede volver más oscuro o claro, según el  destinatario y el momento.

Hoy quisiera que este otoño reflejado en los colores de las hojas que se van cayendo, en  los áridos campos, en los negruzcos nublados y humos, en el cambio de vestimenta y de hábitos, en los primeros catarros; quisiera que cambiara también nuestras vidas, casi no sabría decir si para bien o para mal… es todo tan relativo.  Al albor de estas tardes otoñales quisiera, de nuevo, que nos ocupáramos de lo importante y olvidáramos lo insustancial. 

Muchas veces, demasiadas, desde este blog me dedico a criticar, incluso a denostar; hoy quiero olvidar ese lenguaje, quiero  pedir perdón a quien haya podido causar el más mínimo daño o desasosiego, quiero ver el lado bueno de la gente, de la buena gente y de la que no es tan buena. Quiero pensar en la comprensión, en la ternura.  Quiero recordar que en esta vida hay para todos penas y alegrías, todos tenemos aciertos  y fallos, humanos al fin  y al cabo. Hoy no quiero llevar cuentas con balances negativos.

Tal vez, si es que lo intentamos, el otoño puede inundar de bien nuestros hatillos. Otoño para detenerse sin complejos y pensar en lo que de verdad merece la pena para afrontarlo de cara, sin miedo. Otoño para vernos más, para que mientras caminamos y hablamos se detenga el tiempo.    
Han debido ser la canción que suena de fondo,  "El tiempo vuela" de los Pekenikes y esta melancolía del otoño los que me han impulsado a escribir esto. Otoño para comprendernos, para vivir más cerca de los otros; otoño para querernos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario