Llegó el otoño, un otoño más para una vida cualquiera. Otoño de gentes que
se van cruzando en su existir. Otoño que se acopla a vidas que se acaban y que
planea sobre las que cabalgan con fuerza. Otoño que huele a melancolía aderezada con
tristeza para unos y mezclada con gozo para otros. Una época del año que viene envuelta en papel amarillento, que al abrir se puede volver
más oscuro o claro, según el
destinatario y el momento.
Hoy quisiera que este otoño
reflejado en los colores de las hojas que se van cayendo, en los áridos campos, en los negruzcos nublados
y humos, en el cambio de vestimenta y de hábitos, en los primeros catarros;
quisiera que cambiara también nuestras vidas, casi no sabría decir si para bien
o para mal… es todo tan relativo. Al
albor de estas tardes otoñales quisiera, de nuevo, que nos ocupáramos de lo importante y
olvidáramos lo insustancial.
Muchas veces, demasiadas, desde
este blog me dedico a criticar, incluso a denostar; hoy quiero olvidar ese lenguaje,
quiero pedir perdón a quien haya podido causar el más mínimo daño o desasosiego, quiero ver el lado bueno de la gente, de la buena gente
y de la que no es tan buena. Quiero pensar en la comprensión, en la
ternura. Quiero recordar que en esta
vida hay para todos penas y alegrías, todos tenemos aciertos y fallos, humanos al fin y al cabo. Hoy no quiero llevar cuentas con
balances negativos.
Tal vez, si es que lo intentamos,
el otoño puede inundar de bien nuestros hatillos. Otoño para detenerse sin
complejos y pensar en lo que de verdad merece la pena para afrontarlo de cara,
sin miedo. Otoño para vernos más, para que mientras caminamos y hablamos se detenga
el tiempo.
Han debido ser la canción que suena de fondo, "El tiempo vuela" de los Pekenikes y esta melancolía del otoño los que me han impulsado a escribir esto. Otoño para comprendernos, para vivir más cerca de los otros; otoño para querernos.
Han debido ser la canción que suena de fondo, "El tiempo vuela" de los Pekenikes y esta melancolía del otoño los que me han impulsado a escribir esto. Otoño para comprendernos, para vivir más cerca de los otros; otoño para querernos.
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