miércoles, 16 de septiembre de 2015

EUSTAQUIO RODRÍGUEZ SAN JOSÉ Tordesillas

Tordesillas ha estado de actualidad por el famoso  toro de la Vega.  Los medios de información sobre todo los amarillos y sensacionalistas han visto en toda esa historia una buena mina para inyectar a la población demagogia  y sensiblería.  Hasta algún telediario como  el de Piqueras en  Tele-Caso abría su edición con dicha noticia, como si ayer no hubiera habido nada  más importante en el mundo mundial que dicho "Acontecimiento".

A mí tampoco me parece ni medio bien dicho espectáculo, es más bien lamentable,  pero respeto  a los que pueden pensar lo contrario y sobretodo me parece mucho más lamentable montar ese  circo como pretendiendo demostrar  que algunos son más buenos nadie. ¿Es que no sabe toda esa  gente, por ejemplo, que sucede cada día en los mataderos? ¿No se enteran, por decir algo, como tienen las explotaciones a las gallinas, para que pongan más, a las cerdos para que engorden más,  a las vacas para que den más leche etc.?  ¿Tampoco saben cómo se realiza la caza o la pesca? No lo saben o no lo quieren saber.  En fin supongo que  toda esa gente no comerá carne ni pescado.


Pero  a mí Tordesillas lo que me recuerda mucho más que el Toro de la Vega es a mi buen amigo y compañero de mili: Eustaquio Rodríguez San José, Taqui para los amigos. Llegó al cuartel cuando algunos ya llevábamos unos pocos meses, era pastor apenas sabía leer, pequeñito, un poco gangoso, se diría que feo de cuerpo aunque maravilloso de espíritu. Algunos de esos listillos que siempre hay en todas partes  pretendían mofarse  de él, pero tuvieron que dejar  de hacerlo porque pronto Taqui  se hizo con muchos amigos.  Dormía en la litera encima de mí, a veces le balanceaba el colchón  desde abajo,  nos reíamos mucho los dos.  A nuestro lado además dormían otros dos que eran de su pueblo: Albóndiga  y Chana eran sus apodos, no me acuerdo como se llamaban.

Muy buenos  ratos y muy buen compañero fue,  pero hoy  al oír tanto hablar de Tordesillas y recordar a mi amigo Taki, lejos de contar tantas batallitas que vivimos juntos  quiero apuntar algo por lo que le estaré agradecido mientras viva. Llegó el día de licenciarme, había que entregar las  cosas de la mili y ya te largabas. Entre lo que había que devolver estaba una marmita, que por cierto yo había extraviado. El sargento ya me había dicho que sin marmita no pasaba.  Entonces me dediqué a ver quién me daba una incluso pagando,  pero me iban diciendo que después ellos que hacían cuando llegara su día. No se lo había pedido a Taki porque no quería crearle problemas,  pero se enteró del tema y me andaba buscando por el cuartel para darme la suya. Creo que se me saltaron las lágrimas. Abrazos, besos; ya tenía también la marmita, el sargento aquel que tanto nos fastidiaba, no le quedaría más remedio que dejarme marchar, mientras yo esbozaría
Imagino que seguirás en Tordesillas amigo San José, -TAKI-
una sonrisa.

Ya de aquellas sabía que Tordesillas era un pueblo grande pero si yo iba preguntando por mi amigo y dando señales no dudaba que daría con él. Alguna vez la vida me ha guiado los pasos por allí,  lo he intentado y no lo he logrado. Hoy quiero  desde aquí hacer un intento más por encontrar por saber algo de  EUSTAQUIO RODRÍGUEZ  SAN JOSÉ.  Taki, querido compañero y amigo, hace tantos años, supongo y confío que estás vivo, pero…  ¿Dónde estás?



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