Era un seminario para parejas en una universidad USA, uno de los conferenciantes le pregunto a una de las mujeres: ¿Su marido le hace feliz? El marido levantó la cabeza como un pavo real porque pensaba que su esposa diría que sí, ya que nunca se había quejado de nada en el matrimonio; pero resulta que la mujer respondió a la pregunta con un clamoroso "No". El hombre estaba acobardado y desconcertado pero ella continuó: "¡mi marido nunca me ha hecho feliz y no me hace feliz! Yo soy feliz. El hecho de que yo sea feliz no depende de él, sino de mí, yo soy la única persona de la depende mi felicidad y la busco en cada situación y en cada momento...
No creo que esta señora si su marido fuera un cantamañanas y no digamos ya un maltratador pudiera decir lo mismo pero por supuesto que todo lo que nos pasa en primer término y en gran parte depende de nosotros. Con frecuencia oímos: es que la Constitución dice que tenemos derecho a una vivienda digna, es que este gobierno no soluciona el problema del paro, es que hay malas carreteras, es que... Como uno mismo no se proponga tener vivienda y haga lo necesario, mal que le venga de tóntolis bóbilis, por mucho que lo diga la Carta Magna, como uno no busque trabajo, mal que se lo vengan a ofrecer a casa, cuando uno tiene un accidente el echo de que carretera estuviera mal no le justificara nada.

Culpas y disculpas para escurrir el bulto y no afrontar cada cual su responsabilidad, para que sean los demás los que saquen las castañas del fuego. Lo triste es que ya no nos sorprende a nadie porque estamos en lo de siempre. Puede que en ambientes tan hostiles como el que muchas veces nos rodea pueda uno como la señora, incluso ser moderadamente feliz, pero lo que está claro es que el país, la nación con esos "inquilinos" dirigiendo el cotarro, no puede llegar muy lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario